¡Cuidado si te cae encima todo el peso de la ley! Te están citando por todas partes, compañero «Edmudo». Y tú, o te haces el loco o eres guapo y apoyao. Nosotros estamos rodilla en tierra, como dicen que está siempre la gente de la dictadura, lo que pasa es que tú no te dejas defender. No sales. No declaras. Quien salió fue tu abogado, el doctor José Vicente Haro, diciendo que tú no tenías nada que ver con ese CNE paralelo o página web que creó otra gente. El abogado decía que respetaban el proceso, y hasta fue a hablar con el fiscal poeta, ese que tienen ahí en la Fiscalía. Sus declaraciones nos dejaron a nosotros viendo para otro lado. Quedamos turulatos. ¿Cómo es la vaina? O asumes o no asumes, pero tampoco es para que comiences a echarte para atrás. Es verdad que en esa página web o CNE paralelo, como dicen los zafios de la dictadura, hay un montón de muertos votando, pero eso es una tradición en este país. Así como hay Pájaro Guarandol y Lancha Nueva Esparta, hay muertos votando. Entonces, déjate de vainas. Estamos contigo, y mucha gente está contigo. Mira que hasta Borrel, el señor ese de la Unión Europea, nada menos y nada más, está esperando que se decida tu proclamación para invitarte a tomarte una vaina con él allá. También hay un buen número de países que están con nosotros, así que mucho cuidado con una vaina, «Edmudo», porque nosotros hemos sido fieles contigo desde que la compañera María —Súmate— CM nos dijo: «Este es el hombre, y a echarle bolas». A ella como que le gusta mucho esa frase, porque también se la dijo al TSJ ilegítimo, es decir, al de la dictadura, porque tú sabes, «Edmudo», que el verdadero, el propio TSJ, es el que está en el exilio y el que te acaba de reconocer como el único y verdadero presidente de lo que queda de Venezuela, mi país, tu país portátil.
Fíjate que ya los compañeros de Estados Unidos, que siempre nos están apoyando y les importa un carajo el derecho internacional, se acaban de llevar un avión del dictador que estaba en un aeropuerto en República Dominicana. Ese es un mensaje claro, de apoyo, porque ya son dos aviones los que le han incautado, robado nunca, porque tú sabes, «Edmudo», que los compañeros de Estados Unidos no roban, ellos incautan, que es otra vaina, una cosa más fina, más elegante. Así que con esa incautación nos están enviando un mensaje para que nosotros sigamos peleando por esa presidencia tuya. Nosotros andamos volando bajo, pero volando, que es lo importante. Allí está, por ejemplo, lo del apagón. Los cagamos con esa acción democrática. Le dimos la bienvenida al hombre del garrote, el del programita ese, que lo nombraron ministro de Relaciones Interiores, y lo pusimos a correr por toda Caracas haciendo videítos con la guardia y la policía, como si fuera un turista, y nosotros gozando una bola, porque lo asustamos. Dejar a la dictadura sin luz es una especie de redundancia, porque esa gente nunca ha tenido luces. Son una cuerda de ignorantes que nunca van a superarnos a nosotros que nos queremos tanto.
Así que habla con ese abogado tuyo, «Edmudo», y dile que vuelva a declarar bien su vaina, que eso de que tú no tuviste nada que ver con las actas del CNE nuestro es pura paja, porque tú estás ahí, solidario y dispuesto a salir a defender esos números. Es cierto que la compañera María —Súmate— CM se pasó cuando dijo aquella vaina de que habías ganado con el 70% de los votos. Tanto se pasó que hasta un compañero nuestro que estaba en televisión dijo: «Carajo, yo creo que la señora está exagerando un poco». Pero, claro, es la emoción de saber que llegamos al poder. Uno se emociona y se equivoca, eso es todo. Así que llama al abogado ese para que meta sus cabras en el corral. La vaina no es así, porque bastante gente que se metió en ese peo el 29 y 30 de agosto y hasta arrastraron al indio Coromoto como para que tú vengas ahora a decir: «Yo no fui, yo te aseguro que yo no fui. Son puros cuentos de por ahí…».
El papá de Margot escuchó las declaraciones del abogado de «Edmudo» González y se puso de pie frente al televisor y, como si estuviera hablando con el periodista, le dijo: «Mándalo para el carajo. Esa vaina no es así, que no venga ahora con ese cuento. ¡Qué bolas tiene Bolaño! Después de romper el récord en no aceptar citaciones, ahora se va a rajar». Y se fue al cuarto y agarró la puerta y le metió ese coñazo tan duro que la vecina salió gritando: «Mañana me mudo, desgraciado».
—Madre, si me matan, pide a los soldados que te den tu muerto… —me declama Margot.
Roberto Malaver