Revista América Latina

Memorias de un escuálido en decadencia | Conspiraciones

Publicado el 26 enero 2024 por Jmartoranoster

¡Hasta cuándo, Gómez! Carajo, la verdad es que loro viejo no aprende a hablar. Seguimos con la misma pendejada de salir del dictador a punta de conspiraciones. Esta vez no fue una, fueron cinco. Una soberana pendejada. Y cada una con un nombre más arbolario que la otra. No me jodan, uno apoya la vaina y sale a dar la cara, pero, coño, tanto va el cántaro al agua hasta que Hidrocapital pasa la cuenta. Por lo visto, tenían la vaina preparada para darnos un año nuevo del carajo, comenzando la fiesta desde el estado Táchira, dándole matarile al gobernador. Avisen con tiempo, porque pueden matarlo a uno también de un infarto. Y después aparecemos ante las cámaras de televisión dando la cara y diciendo cómo habían planificado todo ese verguero. Coño, un poco de decencia, por favor, que eso no hace daño. Ninguno de nosotros se atreve a salir a desmentir esa vaina porque ahí están los loritos de La Viñeta y de Táchira diciendo quién fue que mató a Consuelo. Es verdad que todos queremos salir del dictador, quién no, pero todo a su tiempo. Ya hasta María —Súmate— CM está de acuerdo con contarse y, a pesar de su arrechera, fue al TSJ como le pidieron los compañeros de Estados Unidos, como debe ser. Para eso somos lo que somos: servidores y rodilla en tierra con los Estados juntos. ¿Que va a seguir inhabilitada? Está bien, pero cumplió con su vaina y se presentó y lo dijo. Ah, pero hay unos más arrechos que quieren salir del dictador a coñazo limpio y hacen todo este tipo de vainas tan simplonas que hasta en la Casa Blanca no lo creen y se burlan de la dictadura, porque siempre están diciendo que quieren matar al dictador y siempre la misma, válgame Dios. Carajo, los compañeros de Estados Unidos no lo creerán hasta que demos el coñazo como debe ser, así como lo dio el compañero Pedro Carmona Estanga. «Esto sí lo creemos», dijeron en la Casa Blanca, y se formó el berenjenal.

Y lo peor vino después. Dijimos con la boca llena y la cabeza vacía que en la plaza Altamira se iban a presentar más de un millón de personas, y que todas esas conspiraciones eran inventos del gobierno para tratar de parar esa gentará tan arrecha que se iba a presentar en la plaza del Fracaso, es decir, la plaza Altamira. Y la pena más pena, penita, pena, fue cuando llegamos a la plaza y de repente empezaron a pasar los chavistas de la dictadura muertos de la risa. Venían desde el parque Rómulo Betancourt, ese parque nuestro al que la dictadura le quitó el nombre y llama Francisco de Miranda. Desde allá venían esos carajos muertos de la risa y cantando y bailando y tan felices que parecía que les habían pagado el Bono de la Felicidad. Y uno lo que hizo fue esconderse por ahí detrás de la santa esa que está en la plaza, que no sabemos ni cómo se llama esa santa, para que no nos vieran porque daba pena y se acaba por llorar.

Y allí, ese 23 de enero, tomó la palabra nuestra María —Súmate— CM y dijo que ahora todos vamos a formar una Gran Alianza Nacional, es decir, GANA, y al carajo esa vaina de la Plataforma Unitaria Democrática. Que de paso, ninguno de esos carajos fue a la plaza Altamira, ni siquiera Ramos —Espoleta— Allup se presentó ahí. Dijo que tenía miedo de que lo quemaran como quemaron al chavista que pasó por ahí en una manifestación. Y los compañeros que están en el exilio, es decir, la casta nuestra, como diría el compañero Milei, esa, como siempre, viendo desde lejos y celebrando desde cerca. Celebramos más el triunfo de Trump en las elecciones primarias de New Hampshire que el embuste de la plaza Altamira.

El papá de Margot entró y se paró en el medio de la sala y dijo: «‘El que quiera decir algo que dé un paso al frente y se calle la boca’. Carajo, así hay que decirles a todos los que participan en esas conspiraciones tan balurdas que hacemos nosotros. Basta que nos agarren para salir a decir de todo y más. Menos mal que yo no me meto en peo, porque ya me estarían nombrando en televisión». Y se fue al cuarto y agarró la puerta y le metió ese coñazo tan duro que la vecina salió gritando: «Conspiración, conspiración…».

—Voy a dejarte el mundo para ti solito… —me canta Margot.

Roberto Malaver

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