¡Más fue la bulla que la cabuya! ¡Qué bolas tienes tú, Delpino! ¡Qué fraude! Todos nosotros esperando tu salida con una vaina que echara de una buena vez a esta dictadura al suelo, y vienes tú y sales a decir que no subiste a la sala de totalización y, por lo tanto, no te consta un carajo nada. No me jodas. Cobarde te llamaron muchos compañeros y te trataron como si fueras chavista por la cantidad de insultos que te dijeron, porque en esa vaina nosotros somos como el Magallanes: no hay quien nos gane. Sin embargo, lo que más nos dolió al comité de bienvenida que te teníamos preparado fue el Twitter o X del compañero Elías Pino Iturrrieta, un hombre que está tan ocupado pensando en mil vainas y en mil investigaciones para bien de la historia de lo que queda de país, y, sin embargo, tuvo tiempo para escribirte una vaina y decirte que fueron frustrantes tus declaraciones, que fue el parto de los montes. Para los que no saben qué vaina es esa, es cuando se espera una vaina grandísima y resulta una cagada. Eso quiso decir ese prohombre de la historia de lo que queda de país. ¡Qué vaina contigo, Delpino! Ya uno no sabe dónde carajo meter la cara de vergüenza que tenemos, porque ya hace mucho que perdimos la vergüenza, y solo nos queda esta cara de fracasados que no la salta ni Ismael García en sus mejores tiempos. Y es verdad que los periodistas que tenemos en El País de España mandaron la ética para el carajo viejo, como debe ser, y escriben unas vainas a nuestro favor que ni ellos se las creen. Dicen que la dictadura se atrincheró, que tiene miedo y están reprimiendo. ¡Qué arrechos son esos tipos, Delpino! Mientras tanto, el dictador lo que hace es cambiar su gabinete, y ahora el hombre del garrote, el del programa, es ministro de Interior y Justicia. ¡Una pendejada! Ahora sí, nos jodimos de verdad, y todo por culpa tuya, Delpino, porque si tú te hubieras aparecido y declarado que esta vaina fue un fraude, esos periodistas estarían escribiendo otras vainas. Y allí siguen cobrando mucho más que nosotros, que fuimos tan sinceros.
Volvimos a marchar, y volvimos a fracasar. Ahora para recordar el mes en que nos robaron la presidencia. Cada vez que llamamos a marchar es menos la cantidad de gente que asiste a esa vaina, porque es verdad que la gente quiere paz y ya no quiere más peos. Allí estaba el compañero Andrés —A Cero Cincuenta— Velásquez, vigilando que al compañero Guanipa no le fuera a dar otro desmayo como el anterior. Y muy poca gente pendiente de las vainas nuestras. El vendedor de gorras estaba arrecho porque no había vendido ninguna, y exclamó: «Esta gente ya no viene a las marchas y los que vienen son unos limpios». Así dijo el carajo ese. Y otra vez la compañera María —Súmate— CM llamó a las Fuerzas Armadas a tomar el gobierno, porque nosotros sin ellos no podemos. Antes, cuando manifestábamos, les lanzábamos maíz y les enviábamos pantaletas a la Guardia Nacional, y ahora les pedimos, por favor, por lo que más quieran, levántense y entréguennos el gobierno a nosotros para que vean cómo es que se gobierna. Así nos pasa también con la gente del TSJ. El día que tomaron la decisión de ratificar ganador al dictador, nuestra compañera María —Súmate— CM escribió un Twitter o X y dijo: «Échenle bolas». Y la verdad fue que le echaron un camión de bolas y declararon presidente otra vez al dictador. Seguro que mañana, cuando necesitemos de ese TSJ, lo vamos a tratar como estamos tratando a las Fuerzas Armadas ahora, con mucho cariño y mucho amor. Es que no tenemos un poquito de vergüenza, ni siquiera una ñinguita, como decía mi abuela Damiana, allá en Tacarigua Despacio.
El papá de Margot se daba golpes de pecho. Daba golpes contra la pared y decía: «No me jodas, Delpino. La montaña parió un ratón. No vengas con tus cuentos ni esperes que yo te crea. Tú estabas en la sala de totalización y viste cómo le robaron los votos al compañero ‘Edmudo’ González. Eso es lo que tenías que decir y me importa un carajo todo lo demás que dices en tu comunicado, que si estás comprometido con el país, que si eres responsable… ¡Eso no le interesa a nadie! Eres un cobarde. Un parto de los montes, como dijo el Venerable. ¡Qué buena vaina contigo, Delpino! Por cierto, es la tercera vez que la Fiscalía cita al compañero ‘Edmudo’. Y cada vez que tocan el timbre en su casa, ‘Edmudo’ cree que es la gente del pasito tun-tun y tiembla más que gelatina». Y se fue al cuarto y agarró la puerta y le metió ese coñazo tan duro que la vecina salió gritando: «Vuelve, Juan Vicente Gómez, por favor, para que te lleves a este gran carajo para la Rotunda».
—Pájaro que vas volando, parado en tu rama verde… —me declama Margot.
Roberto Malaver