¡Nos jodimos con las mujeres, los negros, los indios y los gays! ¿De dónde carajo sacarán los chavistas todos esos videos y audios de la gente nuestra? También es verdad que a la gente nuestra le encanta hablar la pendejada que jode. Bastó que el compañero Lacito Rosales dijera que apoyaba la candidatura del compañero Edmundo –Clandestino– González, para que al momento salieran audios, videos, tuits, historias y un montón de vainas que había dicho nuestro candidato, el soberano embajador del dictador en Argentina. También es cierto que Lacito Rosales dio su brazo a torcer después de que le caímos encima y le dimos mucho más duro de lo que le están dando en España a Pedro Sánchez y a su esposa. Así que Lacito Rosales dijo: “Ni de vaina, yo no aguanto más ese aguacero, me estoy congelando”. Y entregó tarjeta y lacito, y ahora sí: “Buenos días Venezuela, tenemos candidato”.
Lo que también es cierto es que todo lo que hicimos anteriormente fue una soberana cagada. Puro perder el tiempo. Pura consigna: “Hasta el final”. Y mira cómo llegamos al final. Con un candidato que no puede ver a las mujeres, a los negros, a los gays y a los indios, ¿y quién carajo va a votar por él? Menos mal que las mujeres nuestras no son como esas chavistas, que son feministas y se arrechan por todo; las nuestras hacen caso a todo, y a votar. Y con indios y negros y gays, no hay problema, porque esos carajos ni leen ni se enteran de lo que dijo el compañero Edmundo, y ahora con una campaña publicitaria bien arrecha y diciéndoles que somos el cambio y que somos lo que Estados Unidos quiere para el país, y no importa que seamos nosotros los que pedimos las sanciones para que vivieran bien jodidos esos años anteriores, eso nos importa un carajo, ahora nos importas tú, y tú, y nadie más que tú, y dame tu voto, y después hablamos y se acabó, el sol nos dice que llegó el final.
Hasta ahora la gente estaba preocupada porque nuestro candidato no había llegado, pero el hombre aclaró que estaba en su querida Miami, nuestra segunda patria, y que además no había podido viajar porque su pasaporte estaba firmado por el excelentísimo embajador de Guaidó, el compañero Carlos –Dólares– Vecchio. Y con un pasaporte firmado por ese hombre no iba a viajar nunca ni a Culo e’ Mono, allá en Margarita. En verdad que esta vaina da una pena que jode, un poco así, como las rondas, que dan pena y se acaba por llorar. Pero quién carajo iba a imaginar que el compañero Edmundo sería el candidato después de todo este peo. Y de paso, la gente de Fuerza Vecinal salió a apoyar al señor Ecarri, y eso nos tiene arrechos porque tenía que apoyar al compañero Edmundo –Clandestino– González. Vamos a ver qué van a decir cuando los llamen los compañeros de Estados Unidos. Es verdad, no lo vamos a negar, somos unas nulidades engreídas y unas mediocridades consagradas, como dijo un domingo de mayo, en la tarde, Día del Árbol, el compañero Romero García.
El papá de Margot, cuando escuchó el nombre de Edmundo González, preguntó: “¿Quién carajo es ese? ¿De dónde carajo lo sacaron? ¿Lo conoce Biden o Trump? Ese es el peo nuestro, que nos la pasamos amenazando a la dictadura y después nos aparecemos con este gallo muerto. Por eso es que nos joden siempre, porque a la hora de las chiquitas nos quedamos cortos. Así no llegamos a ninguna parte. Y duele que jode ese audio del desconocido Edmundo que puso a circular la dictadura por todas partes, ya lo llaman racista, misógino y otro montón de vainas que no sé cómo se dicen. Porque hay que saber decir las vainas. En mucha gente nuestra el pensamiento se produce en la boca, no piensan, hablan, y bla, bla,bla, sin detenerse a pensar un ratico”. Y se fue al cuarto y agarró la puerta, y le metió ese coñazo tan duro que la vecina salió gritando: “Racista, misógino, anda a tirar puertas en otro lado”.
—Vete de mí. Déjame ya. No me tortures –me canta Margot.
Roberto Malaver