El insigne John Carpenter dirigió a principios de los noventa, por encargo de Warner Bros., la adaptación de la estupenda novela de H.F. Saint de idéntico título. El realizador neoyorquino no participó en ningún otro aspecto -guion, producción, banda sonora- como era habitual en él, y se nota. Cinta sin personalidad propia, conjuga drama y comedia con escaso acierto y, peor aún, sufre un fatídico error de casting: Chevy Chase, un cómico venido a estrella que acabó estrellado poco tiempo después. Al menos el "jurásico" Sam Neill si cumplió con creces en su rol de malvado de la función. En resumidas cuentas, un Carpenter alimenticio pifiado por su insuficiente implicación y las imposiciones de la productora.
Puntuación @tomgut65: 4/10