«Memorias. Mi vida con Marina es un documento imprescindible para conocer a Marina Tsvietáieva y un gran fresco de casi un siglo de Historia.»
Reseña escrita por Ricardo Martínez
https://ricardomartinez-conde.es/
La memoria –en este caso un documento de un alto contenido literario- vuelve a llamar a la puerta del lector para ofrecerle un testimonio duro, hermoso, realista, sensible, de una protagonista implicada en una parte de la historia cultural de Rusia, acaso de las más brillantes si bien de las más convulsas.
La narradora –la evocadora, con esmerada prosa, de personajes y escenas y acontecimientos- es la hermana de esa gran atormentada vital y poetisa excepcional que fue Marina Tsiviétaieva. Con un cuidado lenguaje culto, más que darnos una visión histórico-política (que suele ser lo habitual) de la época que le tocó vivir, va desgranando con pulcritud un panorama que, al final, es más un mundo de sentimiento burgués lo que describe (violentado tantas veces por los cruentos sucesos que fueron confeccionando la primera mitad del siglo XIX ruso, sobre todo bajo el terror aplastante de Stalin) que no ese violento cuadro realista en blanco y negro que también podría ser la representación de esa época histórica.
Anastasia, la narradora, cuenta además no sólo con la condición de protagonista directa que ha vivido los acontecimientos, sino con la perspectiva histórica que le permite observar, dada su longevidad, lo ocurrido con ritmo casi lírico de lo que ha sido su realidad vital; desde luego, su forma de observar: “Una mañana en París. Las sombras alargadas de las casas y de los árboles, las figuras de ángulos oblicuos de la luz, el fresco celeste, plateado, sobre la ciudad que se despertaba, cuya voz era… un ruido sordo”
En el trasfondo del libro aparece siempre la poderosa figura de su hermana Marina, cuya vida le recorre, pues el texto concluye prácticamente con una alusión directa a la realidad de su fallecimiento: “En este lado del cementerio está enterrada Marina Ivánovna Tsviétaieva, nacida en Moscú el 26 de septiembre de 1892; muerta en Yelábuga el 31 de Agosto de 1941” Fue el suyo un suicidio, después de una vida de penalidades, resultado de una entrega sin reservas a una idea no solo de la estética, de la poesía, sino de la libertad.
En medio, episodios de amor y de violencia, de poesía y amistad, de un vivir apasionado siempre en defensa de la dignidad, de la creatividad. A través de estas páginas rememorativas –que habían de tener, por cierto, su epígono real y homenaje a la poetisa en un museo dedicado a su recuerdo– hay detalles que se cuelan como un discurso emotivo y descriptivo de una efervescente y sensible personalidad. A Marina, por ejemplo, le gustaba especialmente la cultura francesa, de ello derivan unos trabajos tempranos de traducción de esa lengua al ruso, pero lo llamativo es que una persona de su carácter sintiese poco menos que veneración por una figura monolítica, discutido y casi teocrático como Napoleón, cuyo retrato figuraba de manera principal como decorado en su habitación. Otro héroe, sin embargo vengativo, habría de venir a sustituirle influyendo en la vida, más directamente, en la vida de la poetisa: Stalin
Lo dicho, la narración es siempre –casi siempre– rememorativa, próxima, amistosa, respetuosa: “En otoño cumplimos Marina 18 años; yo, 16. (Ella, a veces) se acercaba a la estufa y proyectaba sobre los azulejos la sombra de un ganso, su truco favorito (¡Siempre decía que era un cisne!) Enseguida contestaba mi conejo. Discutíamos sobre qué sombra era la más bonita. Las dos acabábamos afirmando con caballerosidad: la tuya”
El ritmo literario de Anastasia es siempre un ritmo cálido, propenso a la armonía, hacia un final oscuro, tal vez esperado: “El mar, que todo el día había sido una línea celeste, una franja ancha allá.., se había disipado en la enorme noche como un copo de nieve en una mano caliente” La enorme noche, una frase con valor de epitafio.
Anastasia logró con el tiempo, a pesar de todo, que se creara el Museo Marina Tsviétaieva en Moscú, inaugurado un año antes de su muerte en 1993, a los 98 años. Con ello la memoria de una buena parte de la mejor literatura rusa contemporánea quedaba redimida
Lee y disfruta de un fragmento del libro.
La autora:
Anastasía Ivánovna Tsvietáieva (en cirílico Марина Ивaновна Цветaева) (Moscú, 1894-1993) pasó sus primeros años de infancia entre lecturas y clases de música. En 1902 su madre cae enferma, por lo que Anastasía y su hermana Marina residen varios años en el extranjero, siguiendo a la madre por las ciudades donde recibe tratamiento. Regresan a Rusia en 1906. Al poco tiempo muere la madre. Estudia en liceos rusos, hasta que en 1911 conoce a quien sería su primer marido, Borís Trujachov. Junto a Marina participa en la vida literaria y cultural de Moscú. En 1912 nace su primer hijo, Andriusha, pero poco después se separa de Borís. En 1914 escribe su primer libro, Reflexiones regias. En 1916, Humo, humo, humo. Tras dos años de relación con el ingeniero Mavriki Mints, dio a luz a su segundo hijo, Alexéi. En 1917 sufre, una tras otra, las pérdidas de Alexéi y de Mavriki.
Aislada del resto de su familia en una Crimea devastada por la Guerra Civil, en 1921 vuelve a Moscú con su hijo Andréi. En 1933 es detenida por primera vez, aunque pronto fue liberada gracias a la intercesión de Gorki. No corre la misma suerte en 1937, cuando también es detenido su hijo. Ambos serán condenados a trabajos en gulags. Sólo podrá regresar a Moscú en 1959, tras su rehabilitación. A finales de los años 80 empezó a fraguarse la idea de crear un museo dedicado a las hermanas Tsvietáieva.
El libro:
Memorias. Mi vida con Marina (1896-1991) (título original: Воспоминания Анастасия Ивановна Цветаева) ha sido publicado por Hermida Editores en su Colección El Jardín de Epicuro – No Ficción. Traducción de Olga Korobenko y Marta Sánchez-Nieves. Encuadernado en rústica con solapas tiene 1210 páginas.
Cómpralo a través de este enlace con Casa del Libro.
Como complemento pongo un vídeo en ruso en el que Anastasia Tsvietáieva lee el poema de Marina Tsvietáieva «Ты, чьи сны еще непробудны…» (“Tú, cuyos sueños aún no están avanzados …”).
Para saber más:
Anastasia Tsvetayeva en Wikipedia.