Revista América Latina

Memorias trangeneracionales. Ximena Goecke

Publicado el 20 noviembre 2023 por Adriana Goni Godoy @antropomemoria

Memorias trangeneracionales

La violencia de la dictadura en Chile sigue presente décadas después

A lo largo de 2023 se conmemoró en Chile el 50 aniversario del golpe militar del 11 de septiembre de 1973. El golpe destruyó no sólo el futuro del presidente Allende y del gobierno de la Unidad Popular, sino también el de muchos chilenos. La dictadura cívico-militar duró formalmente 17 años (del 11 de septiembre de 1973 al 11 de marzo de 1990). Su legado continúa a través de estructuras económicas, políticas y legales, la mayoría de las cuales siguen vigentes en la actualidad. No sólo se han transmitido a las generaciones siguientes los traumas de la dictadura, sino también las experiencias de lucha y resistencia.

Ximena Goecke

El inevitable paso del tiempo ha desplazado el foco de interés en el período dictatorial. En los primeros años, el foco estuvo en la resistencia, la solidaridad y la denuncia de la dictadura y sus crímenes contra los derechos humanos. Después de 1990, la memoria se volvió gradualmente más compleja. En la década de 1990, la atención se centró en recordar las desapariciones forzadas, las ejecuciones políticas, los llamados “casos emblemáticos”, así como el descubrimiento de fosas comunes y la preservación de algunos de los centros secretos de detención más famosos. En la primera década del siglo XXI se inició la fase de conmemoración de las prisiones políticas y las torturas y el territorio quedó marcado por la construcción de numerosos monumentos conmemorativos, memoriales y placas. 1 En la década de 2010 se añadió como institución el “Museo de la Memoria y los Derechos Humanos”.

Nada de esto puede atribuirse únicamente a la política gubernamental. En particular, los grupos de derechos humanos y los movimientos sociales promovieron persistentemente la supervivencia de la memoria en Chile y resistieron los esfuerzos de los actores políticos e institucionales por trazar una “línea en la arena”. Las acciones de la sociedad civil han dado giros interesantes en la última década, especialmente en interacción con los nuevos movimientos sociales del país. Se podrían incluir recuerdos específicos de niños, mujeres y personas sexualmente diversas de la dictadura, e incluso los de los familiares de los perpetradores.

En los últimos años, los jóvenes han estado al frente de los movimientos sociales. Desde el año 2000, asumieron cada vez más responsabilidades en diversas organizaciones de derechos humanos y redefinieron la lucha por los derechos humanos en el contexto de la memoria de la dictadura. El estudio de la memoria transgeneracional no sólo responde a un interés terapéutico, sino que también es un medio para comprender la organización, la acción política y la representación cultural de las generaciones más jóvenes, que ahora marcan cada vez más la pauta.

Hoy en Chile no sólo hay un cambio en las organizaciones tradicionales de derechos humanos, sino también nuevos grupos como HIJOS (Hijos de los Perseguidos en la Dictadura), Hijos del Exilio o Historias Desobedientes. hijos o familiares) de los perpetradores) están presentes. Están surgiendo nuevas conexiones con movimientos liderados principalmente por generaciones más jóvenes: por ejemplo, el movimiento feminista, que ha incluido la memoria histórica en su programa de acción y denuncia la continuidad de la violencia sexual por motivos políticos. En algunas ciudades se han formado grupos de personas que, siendo menores de edad, fueron víctimas de la violencia represiva durante la dictadura y fueron torturadas o maltratadas de diversas formas (incluidos niños menores de cinco años que fueron detenidos con sus familias).

Por un lado, en Chile se repiten los ciclos de desarrollo de la memoria social, que se caracterizan por el “tipo de experiencia política familiar de la violencia”. En el espacio público aparecen como actores primero los hijos de desaparecidos, los ejecutados por razones políticas o casos emblemáticos, luego los de los presos políticos y los hijos del exilio, que recién han sido conceptualizados. Por otro lado, están presentes partes de las generaciones más jóvenes, que podemos dividir a grandes rasgos en dos grupos: los que vivieron la dictadura y tienen experiencias y recuerdos personales de ella, mientras que los demás, que nacieron en la segunda mitad de los años 1980 , no tienen ninguno propio “Tener recuerdos de esa época.

Los defensores de la impunidad esperaban que con la muerte de los involucrados en ese momento, la presión para hacer cumplir la verdad y la justicia disminuiría. Las generaciones mayores de niños se vieron con el deber de asumir el compromiso con la memoria y la justicia, tendiendo a reproducir los grupos políticos y las prácticas activistas de las generaciones anteriores (principalmente madres y abuelas).

Actualmente existe un acercamiento al proceso de memoria social, que también se relaciona con los cambios en la estructura política de Chile, especialmente con los movimientos estudiantiles y feministas. El “deber de recordar” se extiende a diferentes sectores de la juventud: por un lado, son conscientes de la continuidad de la violencia y la opresión políticas y, por otro, quieren revivir la memoria de las luchas y la voluntad de cambio social.

Este fenómeno es importante para dar un nuevo significado a las luchas por la memoria. También es significativo para una sociedad que necesita renovar su política y está en el proceso de desarrollar una nueva constitución y nuevas formas de representación política. El marco político actual claramente no parece reflejar los intereses de las nuevas generaciones. Los viejos valores y la forma de hacer política aparentemente no se corresponden con las expectativas sociales actuales y el deseo de participación y transparencia.

Los primeros estudios que analizaron las generaciones más jóvenes y la transferencia de recuerdos provinieron de la psicología y la psiquiatría. Estudiaron la llamada “traumatización transgeneracional” para comprender cómo las nuevas generaciones se ven afectadas por los relatos y las situaciones violentas que vivió la familia a causa de las desapariciones, ejecuciones o encarcelamientos políticos de sus familiares inmediatos.

Los familiares que sufrieron torturas, el exilio o la pérdida de familiares, o los padres que tuvieron que criar solos a sus hijos, se ven claramente gravemente afectados, ya que su mundo de vida afectivo y material y su economía familiar han sido violentamente destruidos. Pero también se puede encontrar que los niños que nacieron durante o después de la dictadura sufren daños que se remontan a situaciones traumáticas de larga duración en la familia: por ejemplo, desconfianza profundamente arraigada, depresión, miedos, fobias, ira, insomnio y pesadillas y conductas adictivas. Algunos estudios apuntan a una mayor tasa de suicidio en estas generaciones y una posible psicosomatización, expresada por una incidencia superior a la media de enfermedades como el cáncer.

Sin embargo, la transmisión intergeneracional no puede reducirse únicamente al trauma. Las familias afectadas han transmitido y desarrollado formas alternativas de afecto y lealtad, debido a las culturas políticas familiares y como compensación por el impacto que la represión tuvo en su entorno social. Con miembros de sus organizaciones y sus familiares, formaron una especie de familia extendida sustituta, con fuertes valores e ideas organizativas que fueron útiles tanto para la supervivencia o la lucha como para el desarrollo de la identidad y las perspectivas de futuro.

El reemplazo de generaciones y su diálogo entre sí tienen un impacto en las formas de acción política y organización social en el Chile contemporáneo. Hoy, a 50 años del golpe, los artistas de las generaciones más jóvenes están muy presentes, no sólo cultivando la memoria sino también problematizándola. Hoy en día, los documentales y películas de ficción, la literatura para adultos y niños, las canciones, los espectáculos y el teatro, así como las artes gráficas y visuales, garantizan que muchas perspectivas y significados sean restaurados y reinterpretados. Esto ayuda a no olvidar el recuerdo de lo sucedido, que también juega un papel importante en la creación de una nueva cultura política.

A 50 años del golpe militar en Chile, el compromiso de hijos y nietos con la memoria muestra tanto la profundidad de los daños causados ​​por la dictadura como los frutos de la resistencia y la perseverancia en la lucha contra la impunidad. Sus obras de arte reflejan la necesidad de abordar de nuevo el proyecto político de cambio social, con nuevos significados y cuestionando las viejas estructuras políticas.

1.https://interactivos.museodelamemoria.cl/memoriales/

Ximena Goecke es historiadora, viene de Chile y actualmente vive en Brandeburgo. • Traducción: Alix Arnold


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