[Memory Card] Digimon World
Salvador Belizón Campaña 7 octubre, 2013 0
- Historia
- Jugabilidad
- Música
- Originalidad
Corrían los últimos años de la gloriosa década de los 90. Una década gloriosa por muchos videojuegos, extrañas vestiduras y series de televisión que acompañaron a los nacidos en estos tiempos o a finales de los 80. Pese a tratarse de una época de relativa paz a nivel mundial, en lo relativo a nuestros hábitos y preferencias se fraguaban auténticas contiendas entre vecinos, amigos…e incluso hermanos. Había que decidir si se era de Sonic o de Mario, de SEGA o de Nintendo, si los pantalones de campana eran mejores que los de pitillo. Asuntos tan baladíes que se convertían en auténticos campos de batalla, probablemente, como resultado de todo el tiempo libre del que disponíamos cuando apenas alzábamos dos palmos del suelo.
Diseño de uno de los Digimon más conocidos.
Pero la lucha comenzó a hacerse real. Nuestras bestias interiores tomaron forma, se hicieron monstruos y comenzaron a tener vida propia. De este modo, surgieron las criaturas pertenecientes a la opinión de un grupo, los Pokémon, así como los del contrario, los Digimon. Desde que el mundo cambió, estuvieron mucho más unidos, con los Digimon lucharon juntos contra el criterio de los demás.
Dejando a un lado esta bonita y extravagante metáfora, desde el 1995 hasta el 1999 se comenzó a originar y a contraponer el fenómeno Pokémon-Digimon. Unos apostaron más por el primero que por el segundo o a la inversa, el hecho es que los dos compartían ciertas (aunque insuficientes) similitudes como para que se les llegara a comprar. El tiempo acabaría proclamando a los monstruos de la pokéball como claros vencedores, tanto en fama como en relevancia mediática. Una de las mayores diferencias entre ambos es su origen. Mientras que los Pocket Monster procedían de un juego de Game Boy desarrollado por Game Freak, los Monstruos Digitales venían de una especia de Tamagotchi, el famoso Digimon V-Pet, en el cual se debía cuidar a la criatura pero también ponerla a batallar contra otras bestias, bien del “modo historia”, bien contra la de tus amigos (si eras japonés).
El hecho es que cada uno por su lado tuvo éxito y decidieron hacer una serie de animación de marcadísima estética anime. Dejando a un lado la sinopsis de las (más que inverosímiles) historietas de Ash Ketchup -de Pueblo Paleta, que nunca falte la coletilla- y de los -ejem, “spoiler”- “siete” niños elegidos, Bandai hizo lo propio que Game Freak con Pokémon: lanzar un videojuego que relanzara a la fama a los Digimon. Dicho y hecho: así fue como nació Digimon World, el primer juego basado en esta franquicia, para la primera Playstation. ¿Queréis salvar el Digimundo? ¿Sois auténticos Tamers? Coged vuestro Digivice, vuestro emblema y…¡a digievolucionar!
Comienza la aventura del Mundo Digital. ¡Adelante Niños Elegidos, en marcha!
HISTORIA
Todo empieza cuendo nuestro protagonista, un joven amante de los Digimon y Tamer experimentado de V-Pets -pequeño guiño comercial de Bandai- observa entusiasmado una encarnizada batalla entre el MetalGreymon y el MetalMamemon de sus amigos. Vuelve a casa y recibe desde su V-Pet la llamada de auxilio de un Koromon, la forma pre-evolucionada del famoso dragón Agumon, que convertirá al chaval en datos digitales y le absorberá a través de la máquina. Tras despertarse, se ve rodeado de aquellas criaturas a las que tanto ama, situándose en la Ciudad File, aquella principal y que da nombre a la isla. Presente, a modo de curiosidad, también en el anime Digimon Adventure. Al margen de toparse con Digimon en fase Bebé, se ve delante suya a Jijimon, algo así como el alcalde de la ciudad. Este vererano le cuenta el por qué le han invocado al Mundo Digital: la ciudad antes estaba repleta de digimon, pero un buen día perdieron su corazón, dejaron de hablar y abandonaron la ciudad, convertiéndose en bestias hostiles y peligrosas en la mayoría de los casos. ¿Nuestra misión? Encontrar a los digimons que se han escapado de la ciudad y recluarlos, bien sea haciéndoles favores, consiguiendo algo que les interese o, en la mayoría de los casos, derrotándolos en batalla.
Devolver a todos estos digimons a la Ciudad File os llevará muchas horas y digievoluciones.
Es fácilmente apreciable: Digimon World no contaba con una historia de órdago. De hecho, en comparación con su análogo “pokémon”, Pokémon Red/Blue tenían una historia más elavorada (no se puede decir ya lo mismo de Oro/Plata, donde se repite la historia en prácticamente todos los términos). No obstante, este disco de PSX enganchaba, más allá de los giros argumentales que presentara, más bien escasos, por las motivaciones individuales de cada “bicho”, por las situaciones en las que te enmarcaba y los parajes que te hacía visitar para acudir a uno u otro digimon. Algunos digimon te ponían en auténticos compromisos como Penguinmon, en el que tenías que ganarle una partida al curling o Monochromon, que decidía volver si le demostrabas en su propia tienda que eras un mercader valioso. Más que la narrativa que presentaba, la belleza en la historia que mostraba se desprendía del trato con los digimon, cada uno con su marcada y única personalidad. Cada uno era un mundo y todos tenían distintos motivos para unirse (o no) a la ciudad. Etemon era especialmente insistente en su negativa a no salir de casa.
JUGABILIDAD
Habría que dividir este apartado en dos partes. Por un lado los momentos en los que se controla al “Héroe” o “Tamer” y aquellas relacionadas con nuestro digimon acompañante, bien sea en la batalla o en la cría de estos. En lo relativo al muchacho, poco cabe decir. Sus posibilidades son escasas pero correctas: se basa prácticamente todo en andar, charlar con los personajes o elegir opciones del tipo “ver evoluciones”-”ordenar objetos”. No hay nada relevante ni malo -tampoco bueno- que decir al respecto, cumple sin más.
En lo relativo a los combates, la jugabilidad se vuelve torpe, mezquina, a ratos insoportable. Con diferencia, las partes más tediosas de este juego no eran el andar o investigar escenarios – de los cuales ya os hemos dejado entrever que son una gozada- sino las peleas. Lo cual en un juego de monstruos que batallan supone un fallo medianamente grave. Una vez comienza el encuentro con un contrincante, el Tamer queda relegado a un segundo plano, tomando el relevo el digimon que vaya con nosotros. Tomaremos el rol de las órdenes del Tamer, quien podrá decidir enntre varias opciones dependiendo de lo entrenado que esté nuestro aliado. De cualquier modo, esencialmente nos encontramos el ataque normal, poder brutal, defensa o huir. Cuando se carga una barra tras recibir varios ataques, lanza el ataque final, que puede ser bloqueado si el enemigo es listo o tiene un día de suerte. Se elija la opción que se elija, lo malo es que con cotidianidad nuestro “amigo” -que en las batallas te entran ganas de matarlo tú mismo- saca su espíritu libre y muchas veces no hará ni puñetero caso de lo que le digamos. Si le decimos que ataque fuerte, puede atacar normal, si le indicamos que ataque normal se pone a andar por el escenario…Desfachatez que se incrementa si no le hemos entrenado el parámetro de la inteligencia. Más os vale que os pille confesados.
Pobre Kunemon…lo van a aplastar como a un gusano.
Por último, hay que hablar de la crianza en general de nuestros personajes. A nivel “personal”, nuestro digimon puede tener hambre, sueño, cansancio, estar enfadado e incluso…bueno, estooo…tener la necesidad de defecar. Que se cagan en cualquier parte, vamos. En este aspecto Bandai seguía promocionando su máquinita V-Pet, pero…¡de qué forma! el estar cuidando todo el santo día del pobre animalito se volvía tedioso cuando querías conseguir a una evolución que requería de un nivel alto de educación, pero tu “criaturita” se cagaba en cualquier sitio y su formalidad se iba a “la porrem”. Si estaba todo el día hambriento tampoco era positivo puesto que podía morirse o ¡peor aún! evolucionarte en un cutre Numemon o similares especímenes de escaso o nulo poder. Entonces si que tenías que sacrificarlo para poder avanzar la historia. Si nos viera la PETA… En lo relativo al entrenamiento, había que ir mayormente al gimnasio situado en la Ciudad File para mejorar los parámetros del digimon. Desde ataque, pasando por otros como defensa o inteligencia, hacían que el bichito fuera -algo- más competente en las batallas, aquellas que se ganaban más a fuerza de suerte y de productos de recuperación de salud que otra cosa.
Andromon, estoy harto de tus indirectas. Dime lo que quieres de una vez.
Una jugabilidad basada en batallas torpes y una crianza pesada y lenta que solo mejora con el entrenamiento en el gimnasio hasta que nuestro aliado se agote extasiado, hace que este sea el apartado “oveja negra” del juego.
MÚSICA Y EFECTOS
No estamos ante un premio Emmy ni nada por el estilo. Ni falta que le hace. Digimon World destaca por tener una banda sonora algo escueta -varios escenarios no cuentan con música ambiental- pero de gran calidad. La mayoría no traspasarán las fronteras del televisor, no la escucharéis en Youtube o en vuestro reproductor de MP3. Algunas sí, no os creáis. Se trata de temas que como mínimo cumplen su cometido, pero en la mayoría de los casos tienen una gran carga emocional (tensión, tranquilidad) y están bien cuidadas, en absoluto se tratan de composiciones metidas para rellenar. Toma un claro referente en el anime, donde cada momento iba acompañado de su tema que enfatizaba lo que en pantalla se veía. Incluso la melodía de batalla, una de las más pobres, alienta a sumergirse en la cresta de la batalla. Y mira que es difícil a nivel jugable introducirse en ésta.
De los efectos no se puede hablar negativamente, aunque bien es cierto que baja algo el mérito de la BSO. Sonidos para atacar, comer, pasos e incluso cuando el digimon deja su “regalito” en los retretes, casi cualquier acción que se realice cuenta con su fx que, como ya decíamos, está un escalón por debajo de la música pero que no llega a restarle logros a este acompañamiento.
Debéis escuchar algunas composiciones para entender el logro de Digimon World a nivel acústico.
ORIGINALIDAD
Bastante amplia. Quizá donde deslumbra menos es en la parte en la que unos seres imaginarios atacan a otros que, inevitablemente, tenemos que comparar con Pokémon, aunque su mecánica sea bien distinta -mucho más perfilada en la del juego de Nintendo-. Una vez superada esta diferencia, dejando a un lado la maldita comparación con el mundo de Kanto, el juego destila estilo propio por cada uno de sus poros. El batallar por recuperar una ciudad, algunos inverosímiles fondos renderizados -enchufes, cables, ruedas-, ambientaciones tan dispares como creíbles y hermosas…Digimon World levanta su propio mundo y se lo cree, lo vuelve creíble. Los digimons acuáticos están en ríos o mares dependiendo de a la forma animal en nuestra realidad a la que podría asemejarse, aquellos vegetales en la selva…incluso los que tienen alma pura como Angemon están en zonas de hielo y no en un volcán. este microcosmo adquiere vida propia en cuanto empezamos a andar por él.
Para estar bello, hay que sufrir Agumon. Venga, unas 150 flexioncillas más.
El hecho de mejorar las habilidades de nuestra mascota en un gimnasio y no mediante combates, las múltiples evoluciones según aquello que entrenemos más se vuelve un incentivo lo suficientemente grande como para gastar tiempo en el entrenamiento. Conseguir a un Tyranomon y luego un MegaSeadramon no era labor sencilla, todo lo contrario de hacerse con un Vanemon…al que nadie deseaba. Incluso el hecho de tener que alimentar y darle mimos a los digimon, que en otros apartados era un lado negativo, aquí supone un punto positivo por ser uno de los primeros juegos de consola en los que había que atender a los protagonistas para mejorar su bienestar. Para finalizar, algunos minijuegos como la pesca o el intercambio de cartas coleccionables hacen más rico a este juego.
en definitiva, es original por hacer jugable el Digimundo que veíamos en televisión, pero por no quedarse ahí solo, sino darle un sentido y crearle un mundo interno lo suficientemente apetecible como para que los afines a la franquicia se sintieran como en casa y deseosos de dedicarle horas frente a grandes como FF VII o Alundra.
VEREDICTO
Vistas renderizadas y bits por todas partes…Señores, os presento un juego de PSX.
Digimon World es un juego con importantes carencias a nivel jugable, que en muchos términos lo convierte en un título inaccesible por su desequilibrado manejo de combates y un algo tosco y cansino método de cría de monstruos. Saltando su principal y bastante acuciado problema, este juego ofrece horas de entretenimiento en base a una escueta pero atrapante historia, donde los digimons crean su propio contexto y son dueños de sus vidas y del entorno que les rodea. Disfrutar de una cada vez más poblada Ciudad File, así como de conseguir luchar con nuestro digimon favorito son pequeños logros que engrandecen el alma de aquel que le dé una oportunidad a esta aventura jugable de los niños elegidos. A nivel gráfico no es un referente de PS One, pero cumple sobradamente e incluso supera con creces otros títulos de renombre, mientras que en lo referido al apartado sonoro no tiene nada que se pueda desdeñar.
Si tienes una PS One, dedícale un par de horas por mera curiosidad. Si te gusta Digimon, hazte con él en cuanto puedas y súmale un punto a la nota final que en FrikArte le hemos concedido. Eso sí, en inglés, que en español tiene un bug que te impide pasarte el juego al 100%. Maldito vigilante Agumon de Ogremon…
La nostalgia que desprende este título es puro amor.
La más que currada y chulísima carátula japonesa…
…frente a la anodina y poco inspirada europea.
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