Los “MINAS”, Menores Inmigrantes No Acompañados, incluye MINA (Menores Inmigrantes No Acompañados), MEINA (Menores Extranjeros Indocumentados No Acompañados), y MMNA (Menores Migrantes No Acompañados). Se trata de un colectivo lamentablemente cada día más numeroso y visible en las grandes ciudades como Madrid y Barcelona, al margen de las leyes y de las reglas de convivencia que hace muy difícil su tratamiento y acogida.
Una fuente de información puede ser este estupendo documento de Cristina Goenechea de hace algún tiempo.
http://weib.caib.es/Documentacio/jornades/Web_I_Cong_Medit/PDFs/menors2.pdf
El documento, como digo, me parece estupendo. Por añadir un comentario, echo de menos alguna reflexión (obtenible o no del trabajo de campo) sobre la obvia connivencia con, pasividad ante y complicidad para el fenómeno de la emigración ilegal por parte de los gobiernos de los países emisores de emigrantes, que se deshacen de mano de obra excedentaria, se benefician del tráfico mafioso del transporte ilegal en cayucos y, sobre todo, descansan en las remesas económicas en divisas de los emigrantes para mejorar su balanza exterior de pagos.
El problema aparece ocasionalmente en los medios de comunicación, generalmente asociado a la peripecia de algún menor que atraviesa las fronteras sur de este país de alguna forma peculiar y casi siempre peligrosa, como el que lo hizo en el interior de una maleta el mayo pasado, o hace unos días en los bajos de un autobús. Por la evidente vulnerabilidad que padecen unas personas que por su edad no disponen de autonomía legal, la maraña legislativa que les envuelve les crea notables dificultades, de las cuales la menor puede ser su deportación al país de origen, para que lo vuelvan a intentar al cabo de poco tiempo.
Sin documentación y sin protección se encuentran expuestos a toda clase de abusos que ponen en riesgo no sólo su integridad sino a menudo su vida.
Los pediatras sociales pueden encontrarse con este tipo de situaciones cuando enferman o ante consultas forenses sobre la edad cronológica. Conviene recordar que los derechos del menor deben prevalecer por encima de cualquier otra consideración y que un tratamiento exquisito de las situaciones es mandatorio.
X. Allué (Editor)