menos dos palabras la voluntad ensanchó su órbita hasta quedar colgando y esa boca como un elástico gastado contuvo torpemente el único regalo posible, esa boca, trapo lleno de manchas, no se animaba a soltar un sonido para diferenciar el calor, para separar la necesidad y el derrame, el deseo y el atropello, un secarse los ojos sobre la huella de la voz, y esperar que algo se levante o se caiga, un rasgarse innominal de lo que quedaba menos dos palabrasmenos dos palabras, vos eras mi falta de una palabra y yo innominalmente, innominaldesastre, innominalpalabra me desangraba en tu desangre para colorear con vos esa falta dicha de menos dos palabrasmenos dos palabras tu cuello, menos dos palabras tu casa que volvió a recordarte que era tuya, volvió su piso, su techo, volviste a quedar, volví a quedarme impregnando las paredes demasiado próximas, acusando ausencia con la boca y la casa y la noche llenas de moscas, la parte de arriba de las piernas en la inmovilidad y los mosquitos ganando el patio, ahuecando la piel para recuperar la piel, o enterrarla, bien cerca de lo que hubo, casi a pronunciar de labios menos dos palabrasmenos dos palabras casi pronunciadas, menos dos palabras casi a labios, menos dos palabras vos mirándome como esperando la aparición sonídica de esas dos palabras que se hacían sangre en nuestra unión innombrable, como un caminar enfermo alrededor de menos dos palabrasmenos dos palabras y caminar la quietud, y respirar cerca del desgarro y quedarse, menos dos palabras cayendo lejos, tu cuello, mi cuello, las moscas haciendo el dictamen, lloramos demasiado poco y toda la sangre, menos dos palabrasmenos dos palabras y sin abrazo, menos dos palabras y sin mirarnos, menos dos palabras y sin respirar cerca, menos dos palabras y lejos, tu cuerpo y tu cuerpo lejos y ensangrentándose conmigo y con mi cuerpo menos dos palabras
menos dos palabras farfullando el silencio, y esa totalidad de gotera a la altura de perder, menos tu olor y la noche, esta duplicación de moscas, una vigilancia sobre los muertos, tu cuerpo y el nombre que me dabas, secos, menos dos palabras.
Auguste Rodin