Conde de Campomanes, del escultor Favila, en Oviedo.(Fotografía de Isabel Martínez Barquero)
Las ideas pasaban por su mente a velocidad vertiginosa y eran demasiados los pensamientos que se le acumulaban cuando la convocatoria del concurso exigía un máximo de cien palabras. Todo lo que escribía superaba con creces esa cifra y no era capaz de conseguir una historia decente si recortaba.Desesperado, partió de cero y escribió: “Nada”, el máximo resumen que tanto sugería.Ganó el concurso sin discusión. El jurado destacó la profundidad del cuento.