Menos halago fácil

La verdad es que por muchos informes que lea y por muchas noticias que siga en radio y televisión no termino de comprender el porqué de tantos y tantos calificativos laudatorios para la reforma sanitaria impulsada por Barack Obama en Estados Unidos.  Es cierto que constituye un paso hacia adelante en el reconocimiento del derecho a la salud, pero es igualmente cierto que la propuesta del presidente norteamericano nace coja, en la medida en la que el sistema aprobado se mantiene en manos privadas y excluye a la población inmigrante sin papeles, que puede superar con creces la cifra de quince millones de personas en la tierra del Tío Sam.   

Bienvenidos sean todos los logros en pro del reconocimiento de los derechos sociales,  máxime cuando hacen referencia a la salud, pero no caigamos en la trampa del halago fácil, la demagogia populista y el oportunismo hipócrita, aplaudiendo como una gran conquista lo que constituye  sólo un avance, que deberá mejorarse hasta ser definitivamente universal, gratuito y público, atributos que, con toda seguridad, nunca serán aplicados a la sanidad en Estados Unidos, gobierne el Partido Demócrata o lo haga el Partido Republicano. No pretendo ser agorero, pero empieza a cansarme tanta medalla por tan poco mérito y me preocupa que finalmente terminemos por considerar un gran éxito y una amable concesión peronal o personalista de la Administración lo que sólo es un derecho.