Revista Opinión

Menos mi madre y mi hermana, todas putas

Publicado el 02 noviembre 2010 por Observadorsubjetivo
votarEl título me ha quedado duro, lo reconozco, pero creo que ilustra perfectamente el pensamiento de una parte, no necesariamente pequeña aunque sí minoritaria, de nuestra sociedad (hablo, claro de la “sociedad global”). Es ese pensamiento el que hace que se maltrate a mujeres todos los días, con cierta impunidad, o que haya lugares en el mundo donde se pueda condenar a muerte (por lapidación y con latigazos previos) a una mujer por adulterio.
En nuestro entorno más cercano (no quiero limitar a un país o región concreta), digamos “occidental”, este tipo de actitudes están socialmente desaprobadas… y aún así, seguimos viendo día a día cómo se maltrata a otras personas dentro del ámbito familiar. En España se optó por legislar incluyendo la discriminación positiva para penalizar especialmente los maltratos a mujeres por sus maridos. Sinceramente, soy muy partidario de la medida; me parece un parche para tapar la aparente incapacidad de nuestros legisladores y jueces para resolver la situación, ya que cualquier maltrato debería ser igualmente penalizado: maridos a mujeres sí, pero también padres a hijos y viceversa, mujeres a maridos, maridos a maridos, entre compañeros de clase, etc.
Menos mi madre y mi hermana, todas putasMención aparte merece, por supuesto, la situación que viven las mujeres en la mayoría de los países árabes (no diré “musulmanes”, por no mezclar la religión con un problema, en mi opinión, exclusivamente social). La falta de libertades, la marginación, el maltrato, la humillación e incluso el asesinato de cualquier ser humano siempre es denunciable, pero cuando, encima, se produce con la connivencia de gran parte de alguna sociedad, entonces cambia de nivel… se convierte en maltrato institucional, en crimen de estado.
Y seguro que aparece algún descerebrado reclamando respeto porque considera que este tipo de acciones forman parte de alguna “cultura”. Pues yo digo que no lo respetemos… esa cultura merece ser extinguida, como en su día lo fueron los dinosaurios.
Acabo de volver a ver una película de hace algunos años, llamada “El otro lado de la cama”, donde el personaje interpretado por Alberto San Juan borda esa actitud cutre-machista heredada de la más rancia sociedad española de hace cincuenta años (hay un par de monólogos realmente jugosos que lo ilustran). En el contexto de la película hace cierta gracia, pero no debemos olvidar que el director ha reflejado una actitud aún vigente, en personas que se creen superiores a los demás (mujeres, inmigrantes, extranjeros, diferentes en general). Es a este tipo de personas a quienes tenemos que cambiar entre todos, con educación y tolerancia cero, para conseguir implantar definitivamente el respeto mútuo como valor social más importante… a partir de ahí, vendrá lo demás.
Respeto, ya.
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