Todos los años empezamos con la misma historia de listas y propósitos, y lo hacemos de un modo rutinario, añadiendo y sumando actividades que poco o nada tienen que ver con lo que realmente deseamos.
Parece que, sin listas no somos nadie y que sin propósitos no lograremos nada. Y es así porque, normalmente, no pensamos con nuestra consciencia sino que nos dejamos llevar por lo que es correcto, por lo que está de modo o por lo que dicen otros, sin pena ni gloria.
- De verdad, ¿a la hora de comer te apetece meterte dos horas en un gimnasio?
- De corazón, ¿al salir de trabajar te apetece ir a clases de inglés?.
- Sinceramente, ¿merece la pena hacer levantar a tu hijo una hora antes para coger el bus?
Si de verdad te apetece o lo necesitas, adelante! Pero si no es así, ¿para qué hacer listas con cosas y actividades que ponemos porque sí?

