Revista Deportes
Al de casa, tanto en el deporte como en la empresa, se le tiende a menospreciar o infravalorar a favor del de fuera. En igualdad de ocasiones, al canterazo, al que se ha formado en casa, al que sabe de qué va esto y entiende los valores de un club más allá de lo meramente deportivo, se le suele dar de lado mientras que se valora mucho más el talento ajeno que llega de fuera. Antes de que salte nadie: sí, está el Barça de Guardiola con su Masia y los infinitos canterazos que forman y arman el equipo.
En las últimas semanas se ha rizado el rizo con el menosprecio al capitán con tres casos especialmente duros: Felipe Reyes, Berni Rodríguez y Roger Grimau.
Felipe Reyes. Capitán del Real Madrid y MVP de la ACB en la 2008-09 además de miembro de la generación de los júniors de oro y pieza clave en los éxitos de la selección. Llegó el verano pasado Ettore Messina para armar un nuevo proyecto y fue claro: no me vale ninguno de los que hay salvo Llull, por juventud, y Reyes no tendrá protagonismo conmigo así que si se va o se le vende no me importa.
¿Cómo se puede no querer al MVP de la Liga? Primero, imagino, por desconocimiento absoluto de la competición, del equipo y del jugador. Al final, Reyes acabó siendo el mejor del equipo junto a Llull. Eso sí, reconvirtiendo su juego pasando de ser un bregador en la zona a un jugador abierto capaz de anotar triples. ¿Reconversión o mutación? No, instinto de supervivencia.
Resulta que Reyes acababa contrato esta temporada. El club tenía una opción de prórroga unilateral pero ya le dijo que estaba fuera de mercado y que tendría que ganarse la renovación, a la baja, en los playoffs. De traca. El pívot asume que en estos tiempos su caché puede estar fuera de mercado, pero prioriza seguir en el club pese a no ser del gusto de Messina.
Se acaba ganando la renovación. Con matices. Durante todo el año, el último de contrato no hay contactos para iniciar negociaciones. Se espera a que acabe la Liga y llegan las prisas: 10 días después del último partido expira la cláusula unilateral, o se le renueva a ese precio o queda libre. Al final, in extremis, el último día se le renueva. El club le ofrecía dos años y menos dinero, más de medio millón menos. Él quería tres años.
El coste social y deportivo de no renovarle era elevadísimo y entonces llegó la orden presidencial de su renovación. El jugador la acepta. Otro, habría cogido la puerta.
Berni Rodríguez: Capitán del Unicaja, también miembro de los júniors de oro y campeón del Mundo con España en 2006 y subcampeón de Europa en 2007 y olímpico en 2008. Formado en las categorías inferiores del club, ha vivido los mejores y los peores momentos. Él siempre ha estado ahí. Y como capitán del equipo siendo apenas un imberbe.
Tanto con él como con Cabezas el club ha tenido un trato diferenciador. Discriminatorio. En lo negativo. No se le ha valorado como se debía. Ni en lo deportivo ni en lo económico. Cada vez que ha habido que recortar unos euros en el presupuesto siempre se ha tocado el bolsillo de los mismos para luego malgastar y pagar por encima de mercado a otros de fuera de dudoso talento y sus cuantiosas rescisiones.
El jugador, el capitán, acababa contrato ahora tras una etapa de dos temporadas a las órdenes de Aíto, un técnico dado a llegar a un sitio y cargarse a los ídolos locales y suplirlos con gente de fuera.
El club tenía una cláusula de renovación unilateral. Se le ofrece en una negociación inicial renovar y ampliar en años pero a la baja con un recorte del 30%. Su salario no es para tirar cohetes. El jugador prioriza al club y decide quedarse. Hay cambio de directiva. La nueva, con gente de la casa que le conoce a la perfección, le notifica por carta que el club no ejecuta la cláusula. Berni se queda en paro virtual. Le llaman para negociar: menos años y aun menos dinero. El capitán, con ofertas de fuera, prioriza seguir y acaba firmando 2+1+1.
Roger Grimau. Capitán del Barcelona. Ha sido internacional con la selección y un líder en la sombra en el cuadro azulgrana. Un polivalente jugador instalado en la clase media pero capaz de dar minutos de gran calidad en ataque y en defensa. Un extraño pero eficaz desatascador.
Tras una temporada inolvidable, por la supremacía del Barça ganando la Supercopa, la Copa y la Euroliga, y por perder sorprendentemente la ACB tras arrollar todo el año, la continuidad del capitán está más que en el alero. Tiene todas las papeletas para salir en la reestructuración del Barça.
(Apunte. Fernando San Emeterio. Ni es capitán del Baskonia ni ha estado ahí toda la vida. Apenas un par de temporadas. Intentaron venderle el pasado verano como fuera y hasta tenía equipo, pero la operación no cuajó. Pasó de apestado a ser el mejor del equipo con permiso de Splitter. Y lo mejor: su canasta y tiro libre adicional casi sobre la bocina en la prórroga le dio el título de campeón al Baskonia. A ver si le respetan algo más).
Está claro que ningún jugador o trabajador ha de tener jamás su puesto asegurado, pero la tendencia al menosprecio al de casa es sangrante. Al de casa se le pide, se le demanda, un rendimiento por encima de posibilidades y luego que acepte los recortes.
Lo curioso es que en los tres casos, los tres capitanes son figuras que dan ejemplo dentro y fuera de la cancha con su compromiso, entrega, liderazgo, capacidad de sacrificio y voluntad. Además, tienen años por delante de buen baloncesto. No piden una jubilación anticipada.
A diferencia de otros capitanes y líderes que hacen desplantes públicos a los entrenadores (como Cristiano Ronaldo a Quieroz en el España-Portugal), siempre han mostrado una lealtad increíble. Podían haber rajado y han callado. Han obviado los agravios y los menosprecios.
Jamás entenderé como un club/empresa puede tratar así a los suyos (en la globalidad de la palabra), a los de casa, a los que saben de qué va esto, a los que han mamado los valores de toda la vida, a los que son los primeros en dar ejemplo… Luego, llega el iluminado de turno y piensa que puede armar un equipo campeón con 10 fichajes por temporada llenando la plantilla de mercenarios apátridas que se mueven por dinero. Sí, hay contadas excepciones, pero no es el camino.