Hace unos días puse en marcha un experimento sociológico de andar por casa. La intención, créanme, no ha sido otra que evaluar cuál es el comportamiento humano externo ante el cambio físico de un individuo conocido. El conejillo de indias para este proyecto fui yo mismo y lo sucedido, fue lo que a continuación les relato.
Tras observar constantemente que en la sociedad actual un alto porcentaje de varones prestan más atención a sus músculos que a su intelecto, decidí cambiar mi imagen y a través de un programa de tratamiento fotográfico me convertí en un auténtico portento físico. Lo único que quedó de mí en la imagen resultante fue la cabeza. Una vez realizado esto, y con la excusa de haber estado perdido del mundo durante un mes, publiqué la foto en facebook para ver las reacciones de aquellos y aquellas que me vieron con mi nueva y musculada estructura.
En pocas horas, la imagen obtuvo 33 “Me gusta” de la red social. De los cuales 26 fueron de mujeres, 5 de hombres y uno de una empresa. Los 30 comentarios que también tuvo la foto hacían referencia a mi nuevo estado físico. Y en cuanto ellas a la vez que se maravillaban y asombraban de un cambio físico tan inmediato, se reían también porque sabían que ese cuerpo no era mío, ellos por su parte, no tardaron en resaltar ese último detalle y añadir frases del tipo: “Más quisieras tú” o “Mucho músculo pero poco…”.
Tras estudiar detenidamente todas las respuestas, he llegado a varias conclusiones, aunque la mayoría inconclusas dada mi dispersión mental. Pero la aproximación que puedo hacer al respecto es que la mayoría de las mujeres siguen teniendo un patrón estético determinado y continúan disfrutando al ver un musculado y hercúleo cuerpo sin preocuparse si detrás puede estar el Dr. Jekyll o simplemente Mr.Hyde. Por su parte los hombres se ríen o atacan, quizá ambas reacciones sirvan como mecanismo de defensa ante un rival de rango físico superior.
Pero la verdad de todo estudio es que aquellos que cultivan más su cuerpo que su mente no sabrán nunca disfrutar de los logros físicos obtenidos. Solo los que trabajan sus músculos porque se dedican a ello o porque lo consideran un deporte sano, lograrán la felicidad. Los que lo hagan simplemente por agradar a quienes les observan, conseguirán un efímero reconocimiento hasta que la moda cambie y nunca alcanzarán el summun que nos dejó la frase latina “Mens sana, in corpore sano”.
Esta es la crónica habitual, de un día como otro cualquiera…