Revista Comunicación

¡Mentimos cuatro veces al día!

Publicado el 04 agosto 2010 por Bypils @bypils

 

¡Mentimos cuatro veces al día!

Deberías haber mentido…

Cuando te preguntan si te ha gustado el regalo que te han hecho con una exclamación previa del tipo: '¡Te he comprado algo que me encanta, que es chulísimo y que estoy seguro que te va a encantar!', abres el envoltorio y ves 'que no' pero a tu alrededor el regalante brinca con entusiasmo: '¡A que es bonito!,¡A que es bonito!': Miente.

Cuando te dicen: 'Me he comprado esta falda (jersey, camiseta, lo que sea, …) que me ha encantado nada más verla'. Te lo enseñan y te sorprende lo horrorosa que encuentras tú esa prenda: Miente. Y si viene con la versión: Me lo pongo, te lo muestro y te pregunto '¿Me queda bien?', también debes mentir.

Tras una comida/cena desastrosa, en la que tu anfitrión se ha esforzado al máximo pero el resultado ha sido espeluznante, a la cuestión '¿Has comido/cenado bien?': Miente. Aunque sufras la versión del que realmente se cree que lo 'ha hecho a nivel de chef', o la 'del que critica la comida allí donde vá y no ve la viga en el ojo pero sí toda la paja del mundo': Miente, miente.

Si hubieras mentido, tal vez no te hubieras enfadado con tu suegra por ese horroroso reloj de cuco que te ha regalado para tu salón minimalista.  Lo hubieses dejado en un armario (oculto) y la hubieses dejado dando los saltitos de entusiasmo del que se cree que regala bien. ¿Vale la pena decirle a un amigo que su arroz a la crema de nécoras es una verdadera pastarada o un mejunje incomible y crear una situación tensa, cuando lo que menos te importa de ese amigo es su habilidad en la cocina?. ¿Y por qué le vas a decir a tu amiga que esa camiseta le queda de tortazo visual, cuando ella flota de entusiasmo con esa elección?

Así que la mentirijilla o mentirita funciona como un regulador de nuestras relaciones sociales. Es un filtro benigno por el que pasar las diferencias de percepciones y dejar que lo importante, lo esencial, salga intacto de las pequeñas batallas de la convivencia humana. Pero claro, hay que saber gestionarlo.

Una cosa es la mentira 'blanca' y otra, la 'negra'. Como en la magia, una NO hace daño y, la otra sí. Y también es importante su tamaño o talla: pequeñita o enorme. Y lo más importante: la dosis de placer que consigues. Si esto  se da con la blanca pues mira, no vas a hacer daño a nadie, pero si lo que te pone es lo de las mentiras negras, malas y enormes, entonces ya tenemos un problema. En este post, hablamos de esas mentiras blancas. Las otras, ya queda claro que son 'negras, malas y enormes'.

Soy una firma defensora del uso de la mentirijilla que yo llamo 'situacional'. Sin sentimiento de culpabilidad.

Y es que eso, es una impronta que nos inculcan desde pequeños: No mentir.

Al principio, somos devotos de la norma y podemos desmentir tranquilamente ('Mamá, no mientas que no se puede. No digas que papá no está en casa. Está en el salón.' Voz de reproche del niño a su madre, cuando esta le está diciendo al Presidente de la Comunidad de vecinos que su señor esposo no está en casa y sí lo está: 'Escondiéndose'.), más tarde ya la empezamos a utilizar para conseguir un fin: que no te castiguen ('yo no he sido'), que no te pillen ('estoy estudiando con X. LLegaré más tarde.' De fondo, la música de la fiesta), etc. Esta sucesión de mentiras, siguen en nuestra vida adulta: desde mentir con respecto a un dolor para ausentarte del trabajo, hasta decirle a alguién que ya tienes un compromiso, sin tenerlo.

Ayer, asistí a una de esas situaciones clásicas en las que 'deberías haber mentido'. Estábamos cenando con un grupo de amigos pero nuestra atención (la de las chicas)  se desvió a una pareja que estaba muy cerca. Ella le hace una pregunta inocente (y típica) sobre unos kilos de más (que no sé donde se los vería), clamando una respuesta del tipo: '¿De qué kilos me estás hablando?. Estás preciosa' Él, un tío guapísimo (de ahí el desvíe de atención), la mira, sonríe (nosotras conteniendo suspiro, esperando la respuesta esperada) y le dice: 'Ya te dije que no deberías haberte borrado del gimnasio.' Y ahora viene lo peor: Hoy en la playa(!), -Nombre de mujer tal que Samantha o algo así- 'Samantha me comentó que se te veía más llenita' (intento de arreglarlo al percibir instintivamente que nombrar a la tal Samantha no había sido buena idea). Error garrafal del tipo guapo. Un pardillo: 1) Por no verla venir y 2) Si pensaba igual que Samantha (de locos, porque la chica era una monada), lo mejor era mentir. Así que pasamos a una desagradable discusión que acabó con una tensa petición de la cuenta y una salida de la pareja con un lenguaje no verbal nada esperanzador.

Y, en la mesa, hartos de Estatut y Toros, empezamos a discutir sobre si se debía mentir o no en la vida cotidiana. El tema universal de 'la mentira piadosa'. La que yo llamo, blanca y situacional.

Si hacemos un examen de las mentiras (blancas y situacionales) que decimos al día , nos quedaríamos sorprendidos. Y, a la vez, si nos pusieramos a practicar un ejercicio total de 'verdad' y eliminaramos esas pequeñas mentirijillas, podríamos dejar a más de uno jodido, de más, cuando se podía haber ahorrado el mal trago.

Pero sí que es cierto que vivimos en una cultura 'de mentiras' (lo admito) pero también es cierto que cada cosa en su dosis justa nos puede hacer la vida más sencilla.

Lo único que es verdad es que el ser humano es complejo, difícil y ¡sensible!. El resto de las afirmaciones de este post,pueden ser mentira ; – )…

Yo bien, gracias.

N. B : La media de mentiraspor persona al día es de 4. Un total de 1460 al año y de 87.600 cuando llegas a los 60. La mentira más común es “Estoy bien”  .

 


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