Revista Opinión
La hipocresía lastra, en ocasiones, la política y es práctica habitual defender en público un discurso y, en privado, hacer justo lo contrario. Ahora sabemos que una delegación del PSOE, integrada por José Antonio Pastor y Alfonso Gil, se ha reunido con representantes de la izquierda abertzale para analizar el nuevo contexto político y evaluar las perspectivas de paz. Ambas partes se han apresurado a desmentir la información, pero sus argumentos, no sé por qué, no resultan creíbles. El miedo al Partido Popular, del que depende la estabilidad del Gobierno de Patxi López, les obliga a poner una vela a Dios y otra al Diablo, pero, aunque fuera por una vez, la transparencia y la verdad deberían imponerse.
Hablar con la izquierda abertzale es una obligación de quienes quieren impulsar un proceso de paz en Euskadi. Es más, no entiendo las razones por las cuales el lehendakari no incluye a representantes de esta sensibilidad política en la ronda de conversaciones que mantiene con el conjunto de formaciones. El Partido Popular les ha dado el poder en Euskadi, pero el peaje que deben pagar es excesivo. Han pedido una reunión urgente de la Comisión de Seguimiento del Pacto de legislatura y amenazan con una crisis en profundidad por lo que consideran una “violación grave” de lo acordado. Al final, la tempestad dará paso a la calma, pero antes o después del mismo modo que la izquierda abertzale está rompiendo amarras con la violencia de ETA, el PSOE tendrá que reivindicar una autonomía que el Partido Popular le niega.