Revista Educación
" No llores que esta tarde vamos por chucherías"
Esta ha sido la primera frase que he escuchado esta mañana al abrir la ventana de mi cocina. No he podido menos que sonreir. El vecino de enfrente de un niño de dos añitos al que llevaban a la guardería, llorando, se ha compadecido y ha faltado a la verdad diciendo una frase con un buen fin, pero totalmente discutible.
Esta costumbre de decir mentiras a los niños está bien vista, aceptada y lo peor de todo, usada indiscriminadamente por todos sin pararnos a pensar que hay otras maneras, mucho mas respetuosas, de conseguir que hagan lo que necesitamos que hagan, que paren de llorar o que vean la vida como queremos que la vean.
¿Por qué hacemos esto? Pues probablemente porque es un camino facilísimo para conseguir lo que queremos..bueno, fácil hasta que el niño se da cuenta, porque no es tonto, de que esa chuche no llega, que el hombre del saco no existe o que el rosa no es exclusivo de las niñas.
No son mentiras inofensivas en mi opinión, por dos razones:
Los niños, repito, no son tontos, y a la larga seguiran nuestro ejemplo de decir mentirijillas, puesto que no lo consideraran un valor en su vida. Y peor lo tendremos si nos dedicamos a llenarnos la boca de frases que ensalcen la verdad. Por Dios, seamos serios y consecuentes.
Yo, la primera.
La otra razón es que encubre nuestra falta de herramientas para enfrentar los distintos retos que nos presentan los niños. Y esto, es lo que nos toca trabajar.
Nos cuesta poner Límites ya que normalmente vendrá acompañado de una rabieta y nos cuesta manejarlas sin entrar en la desesperación. Así que..¿Qué tal un...?
"No vayas allí que está la bruja"
"Vete ya a tu casa que vienen las cucarachas"
Hombre! Estas en particular son de lo peor porque encima de mentiras, utilizan el miedo para conseguir nuestro propósito. Inaceptable...pero es verdad que lo hemos escuchado toda la vida, hemos crecido con ellas y somos adultos normales...
Ehem!!! Discrepo.
Por mi parte utilizo habitualmente una mentira y reconozco que es para evitar enfrentarme a su llanto. Cuando tengo que irme a algún sitio, normalmente digo que voy al médico porque descubrí que era la única excusa que aceptaba para separarse de mi. Quizás ha llegado el momento de decirle la verdad y que tenga que aceptar que su madre tiene amigas y necesidades de socializar, por tanto, es lícito que pase cierto tiempo sin ella.