Mirando por la ventana para comprobar, aunque no haga falta, que tenemos por delante otro día de esos de frío y lluvia.
Este momento, el de mirar por la ventana, lo coge cualquier partido político y ya lo monta para echar la culpa al partido contrario por ese tiempo tan desagradable. Y si eso lo hace todos los días al final terminamos por creernos esas mentiras reiteradas.Nuestras madres no es que nos dijeran mentiras, sino que nos aleccionaban con información que no siempre se correspondía con la verdad verdadera.Hoy es el día, y ya estoy en la década de los sesenta, que comenzar a hacerme un zumo de naranja, es convertirme en una especie de Tom Cruise de Misión imposible, y que las naranjas, normalmente dos, pueden explotar en cualquier momento, si no consigo obtener su zumo en muy pocos segundos y bebérmelo raudo yveloz, por aquello de que no pierdan las vitaminas en el proceso.Cualquier día de estos me voy a rebelar aunque esté yo solo, y voy a empezar a dar voces en la cocina mientras desafío a la nada diciendo que no me apetece tomarme el zumo todavía, y que ya esperará hasta que me de la gana, que para chulo mi pirulo. Por cierto, esto último no lo hubiera sabido decir si no fuera un ávido consumidor de “Gran Hermano”.Y es que, triste o felizmente, somos lo que vemos, y para educar hay que vivir conjuntamente, y no tener los hijos sólo al lado, y que los eduquen los profesores que para algo les pagan.Quizás un gran fallo de estas generaciones que ya están dando el mando en plaza a sus hijos, es esa filosofía de “yo soy amigo de mis hijos”. Eso ha hecho mucho daño, especialmente a ellos, y algunos todavía no son conscientes de ello.No es bueno generalizar, pero la mayoría de los machistas, por ejemplo, ya vienen hechos de casa. Y muy pocas veces hemos repartido, como padres, los mismos roles si son niños o niñas. Y el que esté libre de pecado que no tire la primera piedra, porque posiblemente esté mintiendo…, y lo sabe.*FOTO: DE LA RED