
Hace unos días que recibí el libro con el que la editorial Huacanamo inauguró su colección de poesía, 'Menú del día', de Vicente Llorente, a quien conocí hace muchos años -casualidades de la vida- en el primer certamen de Cantigas de mayo al que fui, exactamente éste.
De 'Menú del día' se puede leer en internet que "es una propuesta poética distribuida al modo de una carta gastronómica en estas partes: ENTRANTES (poemas que en cierta manera definen al autor) PRIMER PLATO (poemas con el tema genérico del tiempo) SEGUNDO PLATO (poemas críticos y que destilan heridas) POSTRE (poemas de sexo, amor o falta de) y CAFÉ (como epitafios en la zafiedad soñolienta del sopor post-ingesta, de ahí lo de Epizafios) todo ello rehogado con ciertas dosis de humor e ironía, en su punto de sal".
Y aquí dejo algunos poemas del libro:
En este bocadillo de fiesta
que es a veces la vida
tenemos los años
el tiempo
los amigos
las risas bañadas en aceite.
Pero también hay un hueco
en nuestras viandas
para la nostalgia en su punto
para la fiebre hervida
para el dolor con clavo y otras especias.
Después de todo, el mar
empuja la herida que se atraganta
en la boca del miedo... ¿de postre?
Tomaré otro abrazo de nata
otro beso de chocolate.
La esperanza, como el hambre,
suena en mis tripas. Sobre la mesa
un plato xxxxxxxxxxxxxxxxx vacío.
DE LA VIDA
De la vida
entre otras cosas
me gusta esa luz que queda iluminando la calma
antes de que se enciendan las farolas
tan enemigas de confidencias.
Me gusta la estela plateada de la luna sobre el mar
con su camino empedrado y ese bullir de olas
que tocan tierra como indecisas
que vuelven al mar calmadas
seguras de su conquista.
Me gusta el faro cíclope acechando naufragios
y una vela encendida que tiembla de frío
en el verano.
La cuna de mimbre que fue el desamparo
un perro que ahuyenta soledades
y el tren de plástico
que entre mis manos rompí aquel día de andenes
llorando.
Mi madre en la pila cantando espumas
la lluvia que me alegraba en el colegio
y aquel quedarme a vivir
en unos ojos...
Escondido en el silencio
contemplando
me fue creciendo esta labor de espía y
como en el centro de la nada
seguir cantando a ambos lados de la vida
siempre esperando
esperando
esa luz que queda iluminando la calma
antes de que se enciendan las farolas
tan enemigas de confidencias.
COLEGIO
Yo también fui lo que sois
entusiasmo encerrado en una mochila
en una cárcel de libertad como ésta
pasaron por mis manos cientos de canicas y pelotas
no sé dónde se colaron pero están allá en la memoria
llenas de polvo y tiza con olor a bata de laboratorio
y maestras que incluso hoy amaría
si no fuera porque jugúe demasiado al escondite
y no me encuentran desde entonces
ni siquiera mis compañeros.
Llorente, Vicente. 2007. Menú del día. Barcelona, Ed. Huacanamo.
