Revista Opinión

Mercaderes de futuro

Publicado el 13 febrero 2010 por Rbesonias

Mercaderes de futuro

Cuentan que , antes de vaticinar, se reunía con el cliente y establecía la cuota a pagar. De paso iba conociendo al consultante, sacándole algo de biografía que utilizar para sus predicciones. El atribulado lanzaba sus querencias o sospechas a la vidente y ésta le respondía en verso. Por supuesto, el poema era tan oscuro -¿efectos del etileno que soplaba de la roca sagrada?- que de él se podía extraer tanto la cara como el reverso de la interpretación. No es de extrañar que el cliente saliera del santuario tan asombrado como contento. No había entendido nada, pero de alguna que otra estrofa podía entrever que sus asuntos se solucionarían. Al oráculo recurrían tanto peones de albañil como monarcas. Todos querían anticipar su futuro. Si no era el que esperaban, quizá cambiaran de cuota o de pitonisa. Y si les era propicio, quién podría reprocharle sus actos. El destino estaba de su parte.que seas al Gobierno, así te irás a casa contento, reafirmado o simplemente -este es mi caso- tan o más perplejo y compungido que antes de leer la apofántica sentencia del periodista.
No hace mucho el moderno oráculo de Financial Times publicó sus versos acerca del futuro incierto de la economía española. "La vulnerable economía española necesita reformas. [...] Los tres principales elementos de la expansión de la economía española son: un bajo nivel de tipos de interés en la eurozona, una enorme oferta de parados (incluyendo inmigrantes) que han empezado a trabajar y un desenfrenado boom de la construcción." Competitividad, recesión, negociación de salarios, productividad subyacente, costes... Estos y otros términos sustantivados por el profeta adornan de solemnidad el prosaico poema del diario londinense. A medida que lee uno no el informe completo, sino tan sólo el resumen cuarteado y solazado que ofrece la prensa española, va sintiendo la misma resaca que quizá padeciera Sibila tras una dura jornada de vaticinios. Y según lo cabreado estés o lo afín
Por cierto, los oráculos griegos cerraron el chiringuito siglos después, en parte eclipsados por la incipiente competencia del cristianismo y -esta lectura me agrada más- quizá porque la gente acabó convencida de que es mejor lidiar con el presente de cada uno que oír las crípticas voces de aquellos que mercadean con el futuro ajeno.


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