En los últimos años se han puesto de moda los programas de telerealidad mezclado con los programas formativos o de coaching, que mal dirían algunos. Programas en los que se nos enseña a llevar un restaurante, a dominar a un perro o a "criar" a un hijo.
Aunque estos programas pretenden mostrar una vertiente educativa, o mas bien formativa, que en muchos casos puede ser útil como ejemplo, también es cierto que son programas que sirven para desvelar miserias ajenas de relaciones que se descomponen, de posturas irrenconciliables y de comportamientos indebidos. Obviamente todo estos resulta mucho mas grave cuando hablamos de menores o de adolescentes con severos problemas, y en este caso existen dos programas en los que no suelen tener pegas de mostrar justo los momentos mas "extremos" de sus participantes porque es lo que vende. Estoy hablando, como podrás imaginar, de Supernanny y Hermano Mayor, ambos de la cadena Cuatro.
Para quien no los conozca, en el caso de Superante la idea es que una especie de super niñera, cuyo único merito es la total falta de apego y empatía para con sus victimas, digo pacientes, acude a salvar a unos padres que ya han tirado la toalla con la educación de sus hijos. Una toalla que, todo sea dicho, no se han tomado mucho la molestia de sujetar o al menos es lo que parece.
En el caso de Hermano Mayor el caso viene a ser similar solo que en este caso las victimas son mayores, y seguramente mas de uno podría haber pasado por las manos de Supernanny antes de acabar aquí. En este caso el "coach" es un deportista de élite que después de caer en las drogas y el alcohol se convierte en terapeuta para ayudar a jóvenes en su problemática, aunque ello suponga de nuevo sacar a la luz todas sus miserias. Algo complejo ya que la mayor parte de sus "pacientes" resultan ser mas seguidores del Vaquilla y el Torete que de sus medios. De hecho algunos han protagonizado delitos serios después de su paso por el programa.
El caso pues que nos ocupa no es tanto con la estructura del programa, de la que ya se ha hablado con anterioridad, sino de los problemas relacionados justo con sus planteamientos. A la hora de emitir estos programas no se omite en violencia, gritos, insultos, amenazas, agresiones y demás contenido que deja bien claro quien es cada cual. De hecho si alguna vez nos cruzamos con una promoción del programa la imagen de ambos justamente es esa. Del morbo, de la sangre, de la casquería. En resumen, de lo que vende.
Sin embargo de lo que normalmente no se mira, o se pasa de lado, es de lo que causa todo eso. De lo que provoca que las cosas acaben así. Y en este caso si es cierto que ambos programas están conectados porque buena parte de las causas de ambos problemas están relacionadas en un mismo punto: la falta de apego, de atención y de confianza. O bien de una educación libertina tal como comentamos en este post, en la que con la excusa de no coartar el comportamiento de los niños se les deja hacer lo que les da la real gana y al final acaba en esto.
En el caso de Supernanny el remedio para enderezar a estos niños se basa en métodos conductistas, en recompensas y en no hacer ni caso a las necesidades de sus victimas.. perdón de nuevo, pacientes, a los que cuando se mosquean no se les hace ni puñetero caso. El uso de tablas de recompensas, hojas de normas y otros instrumentos es su solución preferida. De escuchar las necesidades de los hijos, de ayudarles a manejar sus sentimientos o de ofrecerles cariño y comprensión poco... o al menos que se vea.
En cuanto a Hermano Mayor, dado el riesgo que supone para la vida del artista el programa, las soluciones si están pesadas a que desfoguen su exceso de energía mediante ejercicio físico o incluso trabajo. Sin embargo la idea del programa, con algunos muebles rotos por medio, es llevar a sus jóvenes al extremo para que haya algo dentro de su cabeza que haga plof y cambien. Vamos, como apagar incendios con gasolina. No obstante, y en honor a la verdad, aunque haya mucha "leña" si es cierto que también hay algo mas de esa empatía o similar. Pero no mucho no sea que nos acostumbremos.
La conclusión que cualquier persona capaz de escarbar en todo lo visual que estos programas nos presentan nos confirma aquella frase de "no les des peces, enseñarlos a pescar". Y yo le añadiría cuanto a
ntes mejor. Porque todos los niños y jóvenes que pasan por estos programas probablemente no sean malos de suyo, sino que las diferentes circunstancias y un patrón de enseñanza erróneo los ha llevado a ser lo que ahora con tanta avidez nos enseñan. Airear ahora sus vergüenzas, por mucho que sea en plan ejemplarizante, dudo que sea la forma mas adecuada de ayudarles. Pero todo sea por el show. A fin de cuentas el espectáculo siempre debe continuar...