Revista Educación

Mercadillo de alfombras persas (o cómo hacer un pacto de gobierno en Canarias)

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Por Tavarishka

Mercadillo de alfombras persas (o cómo hacer un pacto de gobierno en Canarias)

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No hay nada peor que llevarte las preocupaciones, los hartazgos, las indignaciones o las irritaciones a la cama. Mala compañía nocturna, sin duda, pero si ya se te cuelan en los sueños, ni te digo. No sé realmente por qué, pero hace algún tiempo los vivo de forma hiperactiva y muy enrevesada, donde mezclo el tocino con la velocidad y acabo exhausta de tanta acción. Antes del 22 de mayo resoplaba para que llegara ese día y acabara de una vez el exceso de trabajo, las jornadas maratonianas, las entrevistas por kilos o las promesas más falsas que el canto de un duro. Sin embargo, después de las elecciones llegó lo peor: los pactos políticos o, como algún compañero de profesión ha denominado, los partos, porque son peor que un dolor. Entonces mis fases REM se disparataron a más no poder. Me vi, así, asistiendo a una negociación para gobernar una ciudad, que seguro que era en Canarias, porque el disparate era ya signo de identidad. Infiltrada en la reunión, descubrí asombrada cómo los políticos se repartían alfombras persas, prendas de mercadillo o

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paquetes de fritolay (¿¿?? no me pregunten, por favor, porque no hay respuesta posible). La jornada era intensa; nunca creí que pudiera perderse tanto tiempo en elegir un paquete de papas fritas y de por qué uno sería mejor que otro o encajaría mejor con un partido que con otro. ¡Surrealista! Y lo peor era ver las caras de rabieta de niños chicos de esos negociadores de traje y corbata. Los despertares eran aún más traumáticos, porque cada día pensaba en cómo el disparate soñado podía ser peor que el del día anterior. Al final he entendido que todo ese subconsciente no es mas que un consciente metafórico, porque ¿qué ha sido esta etapa postelectoral sino el regateo burdo para ganar cuotas de poder, sin importar el contenido? En fin, como en mi sueño, el paquete de munchitos de 200 gramos pa mí, y el de 150 pa ti, que para eso sacaste menos votos.

PD: ese subconsciente hizo que en mi sueño aparecieran Munchitos y no Ruffles onduladas, porque para algo los Munchitos se inventaron en Las Palmas, no se vendían en la Península, los comercializó en las Islas la empresa Fritolay, que después se unió a Matutano (¡lo que aprende una…!)


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