Revista Economía

Mercados

Publicado el 16 febrero 2015 por Jordi Mulé @jordimule

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Todo bien económico necesita de un lugar físico o virtual en el que sus intercambios se produzcan y su precio se determine. Por mercado no debemos entender sólo un lugar concreto donde unas personas ofrecen sus productos a otras, que los compran, sino que debemos entender el mercado de un bien como aquel espacio físico o virtual que aglutina a la totalidad de los productores de un bien económico concreto y a la totalidad de los consumidores del mismo, además de todos los actores que puedan haber en el camino del bien entre el productor y el consumidor y a todas sus transacciones. De esta manera, por ejemplo, en el mercado global del cítrico, por un lado hay los agricultores y por el otro los consumidores, pero en medio hay toda una serie de intermediarios, mayoristas y minoristas, y cada uno de los constituye un submercado que puede ser estudiado de manera independiente.

Ya desde los primeros tiempos de la Ciencia Económica se vino clasificando los diferentes tipos de mercados, según el número de operadores que intervienen en los mismos. La clasificación más usada es la que hace referencia a los productores que operan en el mercado de un bien, y es “grosso modo”, la que sigue:

  • Monopolio: En este tipo de mercados sólo hay un productor para el bien estudiado. Se trata de una situación ideal para este productor, pues puede fijar precios con comodidad y, al no haber alternativa, los consumidores no podrán hacer otra cosa que pagar el precio que el monopolista les imponga y que es el único que les puede suministrar tal bien. El beneficio, en este caso, es el máximo para este productor.
  • Duopolio: Parecido al monopolio, pero con dos competidores que se reparten el pastel del mercado de un bien. Los precios continúan muy altos y más si ambos competidores llegan a un acuerdo o “trust” y se reparten el mercado a su antojo.
  • Oligopolio: Pocos competidores que se reparten el mercado de un bien, todavía es fácil el acuerdo entre estos para fijar cantidades y precios.
  • Competencia monopolística: Muchos competidores en el mercado del mismo bien, los precios finales son más bajos que en los tipos anteriores, puesto que el acuerdo de precios es más difícil. Se trata del caso más frecuente en la vida real.
  • Competencia perfecta: Muchos competidores y sin capacidad para influir en el mercado de un bien. Hay tantos competidores que, si uno intenta bajar precios de un bien, enseguida le seguirán los demás, anulando su ventaja. La competencia perfecta es una situación teórica en la que, al final, el precio de equilibrio es el más favorable para el consumidor, pero en la que el beneficio posible para el productor es el más bajo, o casi cero.

Del mismo modo, según el poder de la otra parte, el comprador o consumidor, se puede hablar de monopsomio o de oligopsomio, según éste sea el único comprador o estos sean muy pocos  y, por tanto, controlen el mercado y a los productores.

Por tanto, una empresa monopolística no debería tener problemas.

En teoría, claramente, no. Maximiza el precio de venta y, por tanto sus ingresos. No obstante, la legislación internacional vigila muy de cerca las prácticas monopolísticas con leyes adecuadas a la lucha contra éstas, y también vigila muy de cerca los acuerdos de fijación de precios, mediante las llamadas leyes anti-trust; las noticias últimamente van plagadas de noticias de sanciones y multas por prácticas monopolísticas o de trust, como las sanciones millonarias contra ciertos bancos por la fijación arbitraria del tipo de interés interbancario, o índice Euríbor.

Por tanto, quedaría claro que el poder de mercado de un productor es directamente proporcional al número de competidores que tiene en el mercado de un bien económico. A más competencia, mayor poder de mercado, a menos competencia, menor poder de mercado. Aunque haya muchas leyes y normas tendentes a evitar el poder de mercado, éste existe, de una u otra forma, por ejemplo, los países productores de petróleo y la OPEP se podría considerar un oligopolio, o que aún hoy en día el mercado de las operadoras de telefonía móvil en España se pueda considerar, a su vez, un oligopolio, baste mirar las ofertas de una u otra compañía, pero eso ya es otra cuestión.

 


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