Fachada principal del mercado de Markale, Sarajevo
Fotografía: Luis Pérez Armiño
Interior del mercado de Markale, Sarajevo
Fotografía: Luis Pérez Armiño
En la ciudad de Mostar, los puestos de hortalizas y frutas se agrupan al abrigo del puente que cruza el Neretva. Todo el casco viejo de Sarajevo de época otomana es un gran bazar de estilo oriental que se esparce por todas sus callejuelas. Más tarde, los austro – húngaros, haciendo gala de esa imperiosidad necesidad de otorgar a todo un rígido orden germánico, decidieron imprimir su estilo peculiar en la capital bosnia. En la parte austriaca de la ciudad, en una de sus principales arterias y zona peatonal por excelencia de la actual Sarajevo, se levanta el mercado de Markale. Construcción de gustos neoclasicistas, de interior diáfano para poder observar, a primera vista, toda la oferta, especialmente carnes, quesos y demás productos de granja. Cruzando el mercado, a pocos metros, se llega a una explanada al aire libre que acoge los puestos de verduras y frutas donde la gente se arremolina en sus compras diarias. Hoy la normalidad es aparente y el trasiego comercial sigue su propia lógica traducida a unos cuantos marcos convertibles.
Placa en homenaje a los muertos en el
bombardeo del 28 de agosto de 1995
Fotografía: Luis Pérez Armiño
La lógica militar conoce esas rutinas diarias de los habitantes de Sarajevo. La estrategia bélica sabe dónde consigue el agua la población civil y las horas de afluencia en los mercados. Incluso, es fácil obtener la información precisa donde se va a realizar un determinado reparto de pan. En el mercado de Markale se vivieron dos de las grandes matanzas del sitio de Sarajevo. En plena hora punta, cuando más gente se concentraba ante los mal abastecidos puestos del mercado al aire libre, en los alrededores del edificio de gusto austriaco, en dos ocasiones, dos explosiones sembraron el pánico en la ciudad y la indignación en los medios internacionales. El primer bombardeo del mercado, el 5 de febrero de 1994, se saldó con 68 muertos y 144 heridos. En el segundo, el 28 de agosto de 1995, se contabilizaron 43 muertos y 75 heridos.
Mercado al aire libre en Sarajevo
Fotografía: Luis Pérez Armiño
Es difícil, todavía hoy, establecer la responsabilidad de las dos matanzas pese a los informes oficiales que insisten en la teoría de la autoría serbia. Casi en el mismo momento de los bombardeos se producía un incesante cruce de acusaciones entre los beligerantes responsabilizando de las matanzas al enemigo. Para el Gobierno musulmán no era más que otra demostración de la brutalidad y el salvajismo de los chetniks que asediaban con crueldad Sarajevo; los responsables militares serbo – bosnios, por su parte, exigieron la formación de comisiones mixtas e internacionales que investigasen la procedencia de los proyectiles que impactaron contra el mercado para depurar culpas. Según los responsables serbios, las fuerzas musulmanas no habrían dudado ni un instante en provocar la muerte de sus propios conciudadanos con el objetivo de forzar una intervención militar de la OTAN contra el ejército serbo – bosnio y fortalecer la posición de los bosnio – musulmanes en las negociaciones de paz.
Sólo los muertos hicieron posible que la comunidad internacional, demasiado renuente a involucrarse en cuestiones balcánicas, siempre de difícil y provisional solución, se implicasen en el fin de un conflicto demasiado largo en pleno corazón de Europa. Las muertes en el mercado de Sarajevo se sumaron a las de Srebrenica, las de Visegrad, las de Bihac o las de los campos de concentración. Fue entonces cuando se decidió que debía ponerse punto y seguido a un asedio que duró cuarenta meses.
Luis Pérez Armiño