Si el otro día hablábamos de como la Sra. Milá refunfuñaba porque un famoso tirándose a una piscina le restaba cuota de pantalla, el otro día nos dejó claro a todos hasta donde es capaz de llegar para no ver reducido el “share” y conservar el puesto de trabajo, que hay mucho paro hoy en día. Después de pasarse varias temporadas intentado convencernos de que el “reality” es un experimento sociológico, termina por adornar la ciencia luciendo sus domingas, contenidas en un sostén negro, que también tiene su morbo. Uno, ignorante en temas de sociología, y no disponiendo de la inestimable colaboración de la Sra. Pajín, que tiene estudios en esta materia, no deja de ver una chabacanería en la actuación de Dª Mercedes, perfectamente encuadrable en un concurso que busca, a través de los correspondientes estudios, un perfil de participantes capaces de exponer sus intimidades y vergüenzas por menos que un plato de lentejas. Paz Padilla creo que hizo lo propio en una tertulia intelectual de la sobremesa, ante sesudos miembros de su equipo, entre los que se encontraba la laureada Karmele Marchante, otro ejemplo de periodismo de investigación.
Lo malo es la cuota de pantalla no se la ganan ellos, sino que se la dan los telespectadores. Algo no funcionaentre los televidentes, no entre los productores de los programas; al fin y al cabo, todo en la vida es un negocio. Seguro que en breve exportaremos estos productos a la BBC. Tampoco precisan doblaje.