Revista Opinión
Algunos países europeos, como Francia, han decidido incluir militares en sus barcos para protegerlos de los ataques de los piratas somalíes cuando navegan por aguas del Océano Índico. El secuestro del atunero español Alakrana ha demostrado que el despliegue de fragatas, helicópteros y todo tipo de naves por aquellas aguas es insuficiente para proteger la navegación. Este secuestro también ha disparado todas las alarmas en los países que tienen barcos en aquellas aguas.
La legislación española impide que las Fuerzas Armadas puedan desarrollar tareas de protección de empresas privadas, como son las compañías propietarias de los pesqueros que faenan allí. Ante esta situación, los atuneros vascos han optado por contratar mercenarios a través de empresas de seguridad, sobre todo británicas. Se trata de ex militares, muchos de ellos gurjas nepalíes. El coste para los empresarios ronda los 55.000 euros al mes.
Nunca me pareció razonable embarcar (nunca mejor dicho) al ejército en estas tareas, pero visto lo visto no sería mala idea modificar lo que sea preciso de la legislación española para que los infantes de marina o los legionarios hicieran ese trabajo y el Ministerio de Defensa pasara la factura, que siempre sería mucho más barata que la que cobran estas multinacionales mercenarias.
El Ejército ya cumple tareas no estrictamente militares en la UME. En Bosnia participa en la reconstrucción del país e incluso en Afganistán nos quieren hacer creer que está en tareas humanitarias.
Bien, pues ¿qué mejor ocupación para nuestros militares voluntarios que defender los intereses españoles en aguas internacionales? Contribuiría a rebajar la factura de protección que pagan los atuneros, además se quedaría en casa y quizá permita que el precio del atún no se dispare.
Por otro parte, a algunos de nuestros aguerridos militares les vendría bien tener la mente ocupada en asuntos relacionados con el bien de la Patria en lugar de disponer de excesivo tiempo libre, que no siempre emplean como es debido.