Inglaterra, 1958. Tras la inesperada muerte de su padre, el joven doctor Robert Wyatt debe asumir su cargo como director del sanatorio mental St. Benedict a pesar de la oposición de algunos miembros de su familia.
Tras las paredes del sanatorio se esconden secretos que Robert desconoce: pacientes que van y vienen como Erick, un ladrón que huye de la policía y acepta ingresar en el hospital para realizar un dudoso trabajo. O Matilde, una paciente que se niega a hablar con los doctores y de la que no existe ningún tipo de información a pesar de llevar años ingresada allí.
Cuando Robert entra a formar parte de sus vidas como nuevo director y doctor se verá envuelto en un entramado de experimentos ilegales, drogas, desapariciones y muertes que implican a personas demasiado cercanas a él.
Editorial: autopublicado (2022)
Nº de páginas: 549
Formato: Tapa blanda / Versión Kindle
Precio: 14,55 € / 3,25 €
No me digan que el título no es evocador... Pues la portada, sencilla, también lo es.
Ahora que en las pantallas de cine triunfan Los renglones torcidos de, nadie más y nadie menos que Dios, el manicomio se vuelve a poner de moda y es este un buen motivo para probar otras instituciones en las que se traten las enfermedades mentales, como el St. Benedict, el hospital en el que se cobija el argumento de esta interesante trama cuya lectura les recomiendo.
Uno, que todavía tiene grabada a fuego en su mente la imagen de Jack Nicholson cuando alguien voló sobre el nido de aquel cuco, disfruta observando las peripecias de locos y cuerdos en los largos pasillos que tan pronto conducen a la salida como a las celdas de aislamiento, creando un ambiente desapacible y morboso a un mismo tiempo.
Robert, el inesperado nuevo director del sanatorio intenta, desde su inexperiencia, realizar las reformas pertinentes que permitan una mayor confortabilidad para sus inquilinos sin ser consciente de las habas que se cuecen a sus espaldas. Enfrentado a sus hermanas, facultativas, ahora a sus órdenes, se verá arrastrado a investigar una serie de extraños hechos a los que no encuentra explicación lógica. De ese modo conocerá a Matilde, con la que establecerá una curiosa relación. Mientras, alrededor, el ambiente se irá viciando y la muerte visitará el opresivo lugar en varias ocasiones. La cena está servida...
Gemma M Azuar combina con buen criterio los elementos narrativos que más llaman la atención del "lector de novelas de suspense", logrando crear el clima, suave, con el que intentar alcanzar el clímax -este con x, y no es reiteración- para cerrar un círculo bien trazado con el compás de la inventiva. En la novela todo es correcto y, aunque se anticipa el final, quizás el atrevido lector, detective de circunstancias, se equivoque; no importa, es parte del encanto del oficio.
Recomiendo prestar atención a los personajes secundarios, que algún sustillo nos pueden dar, pero no dejen de lado la línea argumental principal pues estarían cometiendo un tremendo error. Al mismo tiempo, imaginen cómo podría ser ese extraño hospital, el ambiente opresivo de sus estancias, el ruido chirriante reinante bajo la vigilancia atenta de celadores especializados en tratar la locura con métodos no del todo convencionales e incluso reprobables y los intentos de un joven por poner orden en la que podría convertirse en la morada del mal.
En definitiva, lean este libro, pues creo que merece la pena. Yo lo he hecho en soporte físico si bien son libres a la hora de seleccionar el modo y el momento para sentarse para pasar un buen-mal rato.
Reseñado por Francisco Javier Torres Gómez
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