Hay un Súper López en Madrid, de apellido también capitalino, deportista de élite, de esos que participan en la Olimpiada de la Rapiña (única que se celebra todos los días en España). Que están en el equipo olímpico por ser distinguidos y hasta ahora presuntamente intocables. Este, que se sepa (declarado, quiero decir), forma parte de la cofradía Tarjetas Black (Caja Madrid), de la Púnica (cosas del PP) y celebra el sexo acosando a doctoras, otro marrón que tiene pendiente. Todo presuntamente también. Una joya de la Corona. Yerno de un breve ex ministro de Hacienda del tardo franquismo, de rigor mortis como quien dice, y actual preboste del mundo empresarial que funciona con Pilas Untar. Untar untar untar y volver a untar. Ganar ganar ganar y ganar y volver a ganar. Espíritu deportivo, decíamos.
Hablando de Coronas, normal que esta patulea se codee con la creme de la creme, de princesas parriba, que vienen a ser reinas y respectivos consortes. La nuestra, una vez que se enteró de que Súper López se había dopado con Eurin Forte y le perseguían los sabuesos de la Ley y de saber lo que es cada cual le suelta un bolero por whatsapp:
Nos conocemos,
nos queremos,
nos respetamos.
Lo demás,
merde.
Luego, cuando la prensa se entera, se ponen en modo Judas: reniegan de la amistad. Ese señor YA no es amigo, y no dejó de serlo cuando le hicieron el control antidopaje. Deja de serlo en el mismo momento en que un medio publica el bolero. Y ya se oye cabalgar al ministro de justicia en funciones (que siempre funciona al revés), se avecinan las coces a la prensa cojonera. La merde de la merde alucina, como el menda merde.
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