Revista Salud y Bienestar
Como ocurre año tras año y de manera inexorable, tanto a finales de marzo, como en octubre, son muchos los que se cuestionan si los cambios horarios estacionales sirven para algo. Y como siempre, hay opiniones para todos los gustos. Uno de los argumentos que defienden los que están a favor del cambio de hora es el supuesto ahorro de energía que conlleva. El Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDEA) cifra dicho potencial ahorro en unos 300 millones de euros. Otros, sin embargo, lo ponen en duda. ¿Tú qué opinas? ¿Qué horario dejarías, en caso de querer tener un horario único, el de verano o el de invierno? Me gustaría leer tu opinión en los comentarios. ¡Anímate!
“Es cierto que hay un ahorro en algunos momentos del día cuando se adelanta o se atrasa el horario, pero ese ahorro del cambio de hora, si se da por la mañana, se ve compensado por el gasto de la tarde”, explicó José Díaz Canseco, miembro de la Comisión Nacional para la Racionalización de Horarios Españoles y socio fundador de la consultora The Human Touch. Al final, todo "depende de las políticas energéticas de las compañías, lo que determina si a la postre hay ahorro real o no".
Recordemos que en el año 2018, el conjunto de la Unión Europea se planteó eliminar el cambio del horario estacional, una iniciativa que finalmente resultó prematura y cuya decisión se decidió aplazar hasta el próximo 2021. En España se ha cumplido ya un año desde aquel Consejo de Ministros del 22 de marzo de 2019, en el que la entonces portavoz del Gobierno Isabel Celaá, anunció que nuestro país mantendría su huso horario, al menos el tiempo que dure esta reflexión. Hasta entonces, el horario de verano nos permitirá, aunque en esta ocasión sólo sea desde nuestras ventanas y balcones, aprovechar un poco más las horas de luz natural. La Comisión Europea considera además, que el ahorro en consumo energético no es lo único positivo del cambio estacional, sino también el impacto que tiene en sectores como las comunicaciones, el transporte, la seguridad vial y -en las condiciones normales a las que todos deseamos volver- en nuestros modos de vida, la salud, el turismo y el ocio. Desde la Comisión Nacional para la Racionalización de Horarios Españoles, se defiende la necesidad de recuperar el huso horario que a España le corresponde por situación geográfica. En lugar de seguir el horario del meridiano de Greenwich, como hace Portugal o Reino Unido, España se rige por el horario de Berlín, algo que comporta una cierta descompensación con respecto al tiempo solar. Con el fin de establecer una hora universal, en el siglo XIX se dispusieron 24 bandas verticales imaginarias de 15 grados cada una de medida -que dividían a partes iguales toda la esfera terráquea de polo a polo- y se designó un meridiano cero (GMT +00) como punto de partida. Tomando éste como referencia –el elegido fue el meridiano de Greenwich-, se sumó una hora de oeste a este por cada franja de 15 grados a la vez que se restó en dirección contraria (de este a oeste). En esta disposición geográfica, España queda incluida en el huso horario GMT +00. Sin embargo, el huso horario al que está adherida es al GMT +1 (que corresponde, por ubicación física, a países como Alemania, Suiza o Italia). Por eso, la comisión defiende “no hacer nada en marzo de 2018”. “Sería tan sencillo como firmar un real decreto, que no tiene ni impacto político ni económico, y así nos quedaríamos en el horario que nos corresponde”, argumentan. De esta manera “estaríamos armonizados con Greenwich y lo más coordinados posibles con la salida y la puesta del sol”. Y eso conllevaría, agrega, un beneficio con respecto “al nivel de la energía de las personas, a la motivación, a las conductas de sueño, a los patrones alimenticios o al calor corporal”. Fue el 2 de mayo de 1942, en pleno franquismo, cuando España adoptó el horario de Berlín y abandonó el de Londres, que es el que le corresponde por situación geográfica. Alemania obligó a Francia a cambiar su huso horario, y Reino Unido, Portugal y España adoptaron la medida con posterioridad. Pero al finalizar la guerra, británicos y lusos recuperaron el huso horario de Europa Occidental, no así España y Francia. Los galos no lo hicieron porque gran parte de su territorio está bajo el influjo del huso central, cosa que no sucede con España. Una iniciativa ciudadana en Finlandia, que recabó 70.000 firmas para exigir el fin del cambio de hora bianual, condujo al Gobierno de este país -donde el Sol no se ve en invierno y casi no desaparece en verano- a plantear la supuesta inutilidad de una medida tradicionalmente justificada en el ahorro energético. Bruselas organizó una consulta en la que participaron 4,6 millones de ciudadanos comunitarios, de los cuales el 84 % -el 93 % en España- apoyó la propuesta finlandesa. No es un número muy representativo, pues la UE cuenta con más de 500 millones de habitantes, pero esta votación llevó al presidente de la CE Jean-Claude Juncker a plantear el final del sistema antes de las elecciones europeas del próximo mayo. Para ello, las autoridades comunitarias deben aprobar una nueva directiva obligatoria que fije un horario permanente y, además, cada país miembro debe elegir si prefiere el de invierno o el de verano. Pero el debate es muy anterior: por ejemplo, el reglamento de las Cortes de Cádiz a principios del XIX fijaba por escrito un horario de invierno y otro de verano y lo mismo ha sucedido con numerosas instituciones mucho antes de que existiera la UE. Por razones casi siempre económicas, muchos países en todo el mundo usan una hora distinta a la "natural", incluyendo algunos europeos como Bélgica u Holanda. El presidente del Gobierno Pedro Sánchez anunció durante su reciente viaje a Costa Rica la constitución de una comisión de 13 expertos para evaluar la propuesta comunitaria y pidió "un gran consenso" para tomar la decisión final, pero dentro de ese grupo de trabajo existen diferencias de opinión notables y quedan pocos meses para resolverlas. Algunos expertos como el presidente de la Asociación para la Racionalización de los Horarios Españoles, José Luis Casero, están a favor de acabar con un sistema que "tenía una justificación en los años 70, pero no en 2018" y cuya desaparición permitiría "racionalizar jornadas laborales" entre otras ventajas. Otros especialistas como el catedrático de Física Aplicada, Jorge Mira, son partidarios de mantener el cambio bianual porque fijar un huso único perjudicaría a la mitad del país: eligiendo el horario de verano en las Comunidades Autónomas del oeste amanecería más tarde durante meses -entre las 09:00 y las 10:00 en el caso de Galicia-, mientras que escogiendo el de invierno amanecería muy temprano en las del este -entre las 05:00 y 06:00 en Cataluña-. Hay una vertiente política de la polémica que puede enrarecerla más y es que la Generalitat de Cataluña dispone ya del informe encargado a su Consejo Asesor para la Reforma Horaria, que se muestra favorable a eliminar el cambio horario y recomienda mantener el horario de invierno todo el año. Reconociendo las "impredecibles" consecuencias económicas de situar a España en el huso británico o portugués en lugar del alemán o francés, el documento afirma que la "desorganización horaria" actual, "agravada con el cambio de horario de primavera", provoca "efectos perjudiciales en la salud" siendo el horario de invierno "el que se ajusta más" a las horas de actividad, "sobre todo las jornadas laborales y los horarios escolares". En caso de que el comité de expertos del Gobierno de Sánchez decidiera asumir el otro horario, éste se convertiría en otro punto de fricción entre el ejecutivo nacional y el autonómico.
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