Revista Viajes

Mérida, capital del deporte de aventura

Por Captainflint

Por última vez en este viaje me toca blogear desde una tienda de campaña en mitad de la montaña. No es nada hardcore esta vez sin embargo. Un paseíto de un par de días a un pico cercano a Mérida y llamado Pao de Azucar, como el de Río.

De Trekking una vez más

De Trekking una vez más

Es un trekking sencillito en el que se duerme a 3800 y se hace cumbre a 4500. La verdad es que no estaba para nada en mis planes el hacer este tipo de cosas aquí en Venezuela tras el atracón que me dí en Perú y en Ecuador pero había un grupito majo y me había quedado sin cosas que hacer así que decidí que los Andes se merecían una última visita de despedida.

Ando con una pareja de hermanos españoles, Alejando y María. Lamentablemente la segunda ha petado por la altitud y está bastante pachucha. Como guía tenemos a uno de esos personajes clásicos que te encuentras de cuando en cuando por estos lares.

Expatriado alemán en sus cincuentaytantos años que lleva ya más de veinte en este país. Habla un españól venezolano perfecto, lleva un pendiente al más puro estilo pirata y tiene pinta de habérselas visto de todos los colores. Se ha traído a la caminata un buen puñado de marihuana que, sumado a la botellita de ron que yo incorporé a mi equipaje seguro que resulta en una noche divertida.

Como con los trekkings ya he dado la brasa en unos cuantos posts, mejor me centro en las actividades que hice antes de tirarme por última vez a la montaña, que fueron unas cuantas. Mérida es conocida como la capital de los deportes extremos de Sudamérica y merecidamente. El menú de los últimos día fue bastante completo: parapente, rafting y cannoying…

Volando voy

Para un tipo con vértigo como yo es un desafío necesario. Ya que me he atrevido con la escalada me faltaban un par piedras de toque más para ir superando ese miedo a la altura. La primera de ellas el parapente, la segunda el paracaidismo que ya llegará algún día…

Instructor de parapente

Instructor de parapente

Como contaba en el post anterior, mis desgracias fronterizas al menos me sirvieron para conectar con un grupo de gringos a los que me adobé descaradamente. Era un buen negocio para mí que tenía un grupo para contratar actividades (fundamental), y para ellos que ganaban un traductor español - inglés.

Así que llegamos a Mérida aquella mañana y nos fuimos derechos a uno de los hostales que salía en la recuperada Lonely. Lo primero que hice os lo podreis imaginar… Tras cinco días sin una ducha en condiciones y dos semanas sin una con agua caliente (la última fue en Medellín) aquel moderno baño con una de esas alcachofas que hacen que el agua salga bien calentita y a presión supo a gloria. A la postre sería lo único bueno que puedo decir de ese hostal.

Solucionado el problema del alojamiento y el de la higiene personal, nos lanzamos a la caza de una agencia con la que hacer nuestras movidillas en Mérida. Acabamos comprándole el pack completo a Gustavo, de Gravity Tours, que nos daba el precio más competitivo y, durante toda nuestra estancia allí, demostró ser un muy buen tipo que nos echó una mano cada vez que lo necesitamos. Contratamos para aquella misma tarde un parapente y para el día siguiente el rafting.

Parapente

Parapente

El parapente en Mérida se hace en un monte cercano. Cada turista tiene un guía con el que se lanza y la verdad es que no es una actividad que requiera de demasiado esfuerzo. Te subes al monte, te esperas a que el viento sea bueno y luego te tiras. Así de simple.

La primera sensación acojona un poco, es el momento en que eres consciente de lo que implica estar allí a una altura suficiente para acabar hecho puré si algo sale mal, colgado de una especie de sábana multicolor y con tu vida dependiendo de alguien que no eres tú.

Pero superado ese primer momento la experiencia es alucinante. Es lo más parecido a volar que seguramente uno puede experimentar. Dependiendo de tu guía el tema será más movido o más tranquilo. Los primeros se dedican a hacer todo tipo de piruetas y te pueden acabar mareando bastante, como le pasó al pobre Dimitri que quedó KO tras el vuelo.

Parapente

Parapente

A mí me toco uno de los segundos lo cual agradecí porque el día estaba cojonudo para echar fotos. Allí arriba las nubes dibujando paisajes alucinantes en el cielo, con los rayos del sol colándose entre ellas. Allá abajo un valle precioso con un río que serpenteaba. Entre medias seis parapentes moviéndose de un lado a otro.

Fue un éxito de vuelo. Duró unos 40 minutos y cuando me cansé de hacer fotos me dediqué simplemente a relajarme contemplando el paisaje o a charlar con el guía que resultó ser un tipo que había vivido unos cuantos años en España.

El aterrizaje fue perfecto, cosa muy sorprendente teniendo en cuenta mi prácticamente nula coordinación motriz. Y lo digo porque es sólo al despegar y al tomar tierra cuando el pasajero tiene algo que hacer. No mucho, simplemente mantenerse de pie pero ya me parecía suficiente como para cagarla. Afortunadamente no fue así.

Parapente

Parapente

En resumen, la hostia lo del parapente. Hay que repetir un día de estos y en otro escenario aún mejor. Por ejemplo… Río de Janeiro. Lo apunto en mi lista de to-dos en mi más que probable segunda visita a la increíble ciudad brasileña.

Lamentablemente, como siempre que las cosas van muy bien, tiene que surgir un gilipollas para tocar los cojones. A la vuelta del parapente nos encontramos una desagradable sorpresa. El hijo de mil hienas del hostal nos dice que al día siguiente nos tenemos que pirar. El motivo: no le hemos comprado ningún tour a la agencia que lleva él.

Hay que ser cutre. En mis casi 10 meses de viaje jamás me encontré un lugar así. Por supuesto no nos había hablado cuando nos dió la habitación de esta peculiar condición de permanencia, ni nos había hecho un descuento ni nada parecido. Además tiene el puto hostal medio vacío. Cuando trato de pedirle explicaciones al hijo del mal, en mi tono más educado, se me pone borde diciéndome que no tiene ganas de discutir y que le deje en paz o igual nos tenemos que pirar esa misma noche.

Me quedé como Dios el día siguiente cuando me piré temprano por la mañana sin pagarle la noche. Más aún cuando le puse un mail a Lonely Planet explicando todo lo que había pasado. Más aún cuando recibí el acuse de recibo de la guía diciéndome que se iban a plantear seriamente lo de incluirles en la siguiente edición.

El nombre del hostal es Guamanchi y os recomiendo encarecidamente que NO vayas allí. De lo contrario os maldecirá el Dios solidario de los backpackers y vuestras resacas serán terribles para el resto de vuestras vidas… No os que nos causara un gran perjuicio a nosotros al final, los de Gravity nos consiguieron otra posada al toque, pero son una gentuza.

Concepto Bolivares Euros

Maracaibo - Mérida 70 7

Vuelo en parapente 420 40

Hab triple por persona 60 6


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