Esta figura consiste en la enumeración de las partes de un todo que ha sido anteriormente mencionado. Aunque los nombres con que esta figura se define expresan división, se halla clasificada entre las figuras de adición, porque la distribución de los miembros se lleva a efecto a fin de añadirlos uno a uno, de forma que se pongan mejor de relieve y se amplifique el sentido. Ejemplos:Is. 24:1–3, donde, después de afirmar que «Yahweh vacía la tierra y la despuebla», la aserción es amplificada, y se va enumerando después la forma en que Dios va llevando a cabo el exilio y la dispersión.Ez. 36:4. Después de decir: «Montes de Israel, oíd palabra del Señor Yahweh», el mensaje es dirigido no sólo a los montes, sino también a los collados, a los arroyos y a los valles, a las ruinas asoladas y a las ciudades desamparadas. Y todo ello, para mostrar cuán completa será después la bendición para la tierra de Israel.Ro. 2:6–8. Después de decir, con relación al justo juicio de Dios «el cual pagará a cada uno conforme a sus obras», va enumerando Pablo los detalles de cada una de las dos grandes clasificaciones de obras.Gá. 5:19–21. «Las obras de la carne» son mencionadas en general, para pasar inmediatamente a enumerarlas en detalle.
Gá. 5:22–23. A continuación de las «obras de la carne», se menciona «el fruto del Espíritu» y, a continuación, las nueve facetas o manifestaciones de dicho fruto. El «fruto» del Espíritu es designado en singular, a pesar de que consta de dichas nueve manifestaciones, por ser parecido a un racimo de uvas, que crecen todas al mismo tiempo y en la misma sazón.