La señora que aparece en la foto que acompaña este texto se llamaba María Dolores Dabán de la Concha, aunque quienes quedan vivos de la generación a la que perteneció y algunas posteriores la conocerán como Lolita Dabán.
Lolita Dabán, como me contaron en varias ocasiones diversos miembros de mi familia (más bien miembras) fue, durante muchos años, la comadrona del barrio de El Toscal, del que he hablado en otras ocasiones. La partera, que era como se llamaba en aquella época a esas mujeres cuya valiosísima labor salvó muchas vidas, ayudó a venir al mundo a algunos de mis tíos más pequeños.
En este punto es fundamental destacar que por aquella época los niños nacían en sus casas (mis abuelas los tuvieron a todos en El Toscal) porque a los hospitales se iba a otras cosas, no a parir (algo que no incluía la por entonces inexistente Seguridad Social gratuita para todos). Durante esos años se llamaba a la partera y se ahorraba durante todo el embarazo para pagar sus honorarios. Seguramente Lolita Dabán cobraba según los ingresos de la parturienta, porque los años en los atendió a muchas de ellas fueron muy difíciles y más de una le pagaba en 'especies'. Las comadronas hacían una labor inestimable que iba más allá de una simple asistencia en el parto. Por aquel entonces estaban disponibles las 24 horas y daban información y apoyo antes, durante y después del mismo. En el caso de Lolita Dabán todas las referencias que tengo aluden a su calidad como persona, además de como profesional.
El Toscal, como imagino que otros muchos barrios, está lleno de estas personas generosas que vivían para la comunidad y que aportaban una inestimable ayuda. Por eso me pareció escaso el reconocimiento que supone esta placa que encontré paseando hace unos días en una casa de la calle de La Luna. Muchos, por méritos infinitamente inferiores, tienen calles, plazas y avenidas en sus barrios o ciudades de origen.