En la casa había una gran cama antigua, de madera tallada. Era una cama especial, de color negro y gastada, su aspecto tan tétrico que los anteriores dueños de la casa la dejaron ahí y a las estancia la llamaban “la habitación de Drácula”. Nosotros sopesamos su belleza y su antigüedad, y no solo no nos deshicimos de ella si no que decidimos lavarle la cara. La pinté en blanco así haría el apaño en la habitación de invitados, no me rompí mucho la cabeza y era una solución un poco temporal. Creo que dejaré el tema de la cama para otro post.Pero un día de camino a la tienda aparecieron ellas junto a un contenedor:
Ya puestos os contaré una anécdota que me sucedió con ellas: al abrir los cajones estaban llenas de..... JOYAS! Pendientes, anillos, cadenas, pulseras.... me sentí como un pirata al encontrar el bahul del tesoro y admirar el hallazgo. No me lo podía creer y me imaginé por unos minutos rico. Esos minutos en concreto fueron los que tardé en ir a una joyería a preguntar por el valor del kilo y medio de oro que tenía entre manos. La chica me miró raro y me hechó rápidamente de la tienda, era chatarra, chatarra de la mala añadió, de la que tiñe de verde la piel. Rojo como un tomate y disculpando mi ignorancia marché corriendo con mi chatarra, de la cual conservo todavía alguna cosa...
Siguiendo con las mesitas: Eran de estilo castellano así que con la misma pintura que había utilizado para la cama le harían una buena compañía.No me maté mucho, pues hace un tiempo la faena con la casa nos comía, y solo les dí imprimación y 2 capas de esmalte blanco.Ya tenía el dormitorio apañado, repito que no me rompí el coco pensando.
Hace unos meses en plena fiebre tuneadora me las miraba y remiraba cada vez que entraba en ese dormitorio. Estaba bastante influenciado por la moda del azul aguamarina y tenía unos botes de esmalte por el taller que me guiñaban el ojo de vez en cuando.
No me lo pensé mucho y sacrifiqué las mesitas de mi cuarto de invitados:Lijé de nuevo el sobre de las mesitas, dejando de nuevo al descubierto el color natural de la madera.Con lija fina (300 y pico) lijé todo el mueble quitando goterones del primer tuneo y de paso abriendo poro para la nueva pintura.Pinté con el azul aguamarina. Como hice yo mismo las mezclas las pinté en la primera capa de un tono que no me agradó demasiado (muy pitufo) y una segunda capa de un color más verdoso que me gustó mucho más.Así pues las mesitas tenían más capas de pintura que Marujita Díaz , en total:-2 de imprimación blanca.-2 de esmalte blanco.-1 de esmalte azul pitufo.-1 de azul aguamarina.
Tanta capa podría parecer un impedimento, pero a la hora de gastar cantos, esquinas y relieves con lija y lana de acero la sorpresa fue grata pues iba quedando un efecto envejecido en tonos azules, blancos y madera que a medida que avanzaba con la lija más me gustaba
Una vez pintado el cuerpo del mueble era la hora del sobre. Opté por dejarlo en color madera pero un tono oscuro (diluí caoba con incoloro brillante, para no pasarme ). Fue en este tuneo donde descubrí el
Una vez seco el barniz (2 capas, y el tacto es finísimo, más que cuando las encontré en el contenedor) era la hora de quitar el film y admirarlas.
Tenían un aire a pasado, un poco rococó, así que los tiradores no podían ser menos pomposos. Mirando por la web de zara home topé con sus fantásticos tiradores y a un precio más fantástico todavía.
Y así es como han quedado. Lo último que hice fue darle un protector brillante por todo para reavivar el color azul y su tacto. Te gustan? Ya están disponibles!!!