Las últimas semanas me ha tocado hacer varias cosas fuera de mi amada rutina, como ir al médico, al banco, a la farmacia, a la aseguradora (sí, todo pasó al mismo tiempo, Murphy estuvo a punto de darme un hijo) y me tocó pararme al frente de varios mesones de recepción, amados mesones…
Pues cuando tengo que salir a hacer cosas desagradables, como defender mis derechos o “reclamar por algo” como dicen mis cercanos, mi persona se prepara sicológicamente y mi cabeza pone el reproductor de música cerebral con el siguiente tema: (de fondo un tucutucutucu) TAN, tan tan tan, (tucutucutucu), tan tan tan, (tucutucutucu), tan tan tannnn –mejor escúchenla aquí–. A medida que me voy empoderando trato de controlar mis instintos asesinos y me digo: Tranquila, esta vez todo será distinto, si haces las cosas bien los otros harán las cosas bien. Entonces, salgo de mi departamento con esa famosa actitud positiva de la que todos hablan y que no entiendo el por qué de su popularidad, camino hacia mi primer destino y ¡BAM! La secretaria me atiende a las 08:30 con una cara de recto que ni se la explico, casi tratándome de imbécil porque no llevé un papel que nadie me dijo que tenía que llevar. Y yo ahí parada en frente a ella, con mi sonrisa impoluta pensando: Quizás no le tocó anoche, debe tener hambre, no ha tenido tiempo de tomarse el café mañanero. Fui de lo más empática y colaboradora a pesar de que casi me convenció de que soy una imbécil. Ok, reaccioné bien, felicitaciones para mí.
Seguí mi ruta hacia el segundo destino y aquí la recepcionista era francamente una inútil. Sí, se le olvidó tomarse la pastilla de la eficiencia y me tomó el pelo por demasiado rato hasta que entendió lo que le estaba pidiendo (tuve que repetir varias veces algo y explicarle cómo debía hacer su trabajo con mi nulo don de profesora). Aquí mi sonrisa era un poco más cínica, pero incólume.
Así sin más, partí al tercer destino y ¡PLAF! Se me cayó la sonrisa de huasón que llevaba pintada. La secretaria me preguntó algo dos veces (la respuesta estaba en el papel que le entregué) y exploté… Ya no aguantaba más, yo solamente quería que las cosas se hicieran según el contrato y ¡listo! Pero ya me había mamado a dos antes de ella y no tenía paciencia para una tercera. Mi voz acusó recibo y cambió el tono (metálico, lo llaman algunos), mi cara era de poco amigos y mis manos comenzaron a gesticular (todo lo anterior es signo de ¡CORRAN POR SU VIDA!).No me gusta generalizar, pero ¿qué pasa con las secretarias? ¿Me podrían bajar del columpio un rato? En un día me encontré con 3 de ellas y no hubo poder divino que salvara a la última por la deficiencia de las anteriores (y la propia, obvio). No saben nada y finalmente se enojan. A todo esto, siempre me he preguntado qué es lo que realmente hacen las secretarias. Solitario… Carta blanca… Facebook… ¡MSN! Tengo dos amigas secretarias y creo que viven en msn, son vecinas.Pudo haber sido una mala coincidencia… Pero, la experiencia me dice que el gremio está enojado conmigo y no tiene afán de reconciliación.