Lo de que
Lucho tenga problemas con uno de sus mejores jugadores es algo que no viene de
hoy. Tanto en la Roma como en el Celta, ya tuvo sus más y sus menos con los
pesos pesados del vestuario, siendo el caso de Francesco Totti el más destacado
antes de lo acontecido con Leo Messi.
Luis
Enrique llegaba a una Roma regida por la anarquía y tomar las riendas del club
no le fue fácil, si en algún momento lo llegó a lograrlo, porque su final ya lo
sabemos. Una de sus primeras medidas para marcar territorio por
parte del técnico cual perro meando en esquina fuese, fue la suplencia del “capitano”,
principal referente de la afición capitolina desde tiempos inmemorables.
Y la reacción de Totti no se
hizo esperar. No claudicó. Le dedicó una serie de “rajadas” en los medios
locales e incluso a la propia cara del ahora entrenador culé, pues llegó a
presentarse a un entrenamiento con una camiseta en la que se podía leer la
palabra “BASTA”
Blablá, blablá, blablá… en
resumen. El duro pulso terminó cediéndolo el jugador italiano. Una vez firmada
la paz romana llegó incluso a decir: “A
pesar de que al principio no estaba contento con la posición en que jugaba, él
tenía razón: me divierto yo, se divierte el equipo y se divierte la gente”
Si me lo permiten los
catedráticos. Esto es otra movida. Leo Messi es otro rollo.