FC Barcelona 2 - 1 Athletic de Bilbao
El Barça sacó el orgullo en una tarde diseñada para pañuelos y turistas de la que el Athletic quería sacar tajada. Pero Messi, incontestable por mucho que algunos le vean bajo la lupa, no se discute. Messi va a lo suyo. Y ayer, a pesar de las críticas, muchas de ellas justas, pero la mayoría desmesuradas, que ha recibido, se puso al frente de la nave y lideró a un grupo que sigue siendo campeón. Se puede ganar o se puede perder, pero el orgullo de competir lo llevan estos jugadores bordado en el escudo. Así que aferrados a la estela de Messi, los jugadores del Barça lograron derrotar al Athletic por 2-1 tras remontar un gol en contra, se resisten a lanzar por la borda la Liga definitivamente y ponen a los de Valverde en la tesitura de jugarse la plaza de Champions del año que viene en una final en San Mamés ante el Sevilla.
En un ambiente desangelado con mucho turista, el Barça tiró de casta. En otras épocas, el de ayer hubiera sido un partido perfecto para montar un cristo de padre y muy señor mío en el Camp Nou. Pero en otras épocas no estaba el mejor jugador del mundo en la plantilla. Messi puede tener partidos malos, pero como dijo alguien, “nunca juega mal”. Si le das un poco de lo que necesita, devuelve toneladas. Ayer, en un partido muy complicado por el momento, pero por encima de todo, por la calidad del rival, Messi cumplió y levantó un partido en el que el conjunto de Martino no jugó bien, pero que supo apretar los dientes y buscar a los buenos y así encontrar el camino del triunfo ante un Athletic que se plantaba en el Camp Nou siendo el único equipo de Primera que no había perdido ni un partido como visitante en la segunda vuelta.
La primera parte del encuentro fue un intercambio de golpes fabulosos entre dos equipos que dieron un recital que entusiasmó al espectador imparcial. Todo lo trascendente pasaba en las respectivas áreas, donde la suerte se aliaba con el Barça y Iraizoz hacía patente la ansiedad de los delanteros barcelonistas. Como prueba, valga el maravilloso remate de chilena de Aduriz al larguero y las ocasiones que fallaron ante el portero navarro Pedro y Alexis.
A todo esto, el público se mostraba expectante en todo menos en una cuestión: Cada vez que tocaba la pelota, Messi, era ovacionado. Y no eran aplausos protocolarios. De sus botas salieron las mejores jugadas del Barcelona. Si no hizo más, fue porque la defensa del Athletic, con mención especial a San José y un Laporte descomunal, lo impidió en todo momento.
Al inicio del segundo tiempo, el Barça se descosió porque antes o después tenía que llegar el numerito entre Song y Bartra. Aduriz, otro que está acabando la temporada como un tiro, no desaprovechó el regalo y envió el balón allá donde más le duele a Pinto. Abajo y a la esquina. Ahí el Barça vivió sus momentos más trágicos, con pañuelos, pocos, saliendo a relucir en la grada lateral y Mascherano dudando por única vez en el partido. Pero los culés se supieron rehacer cando peor lo tenían. Una jugada de Alves que medio pifió Alexis fue aprovechada por Pedro para empatar y dos minutos después, Messi fusilaba a Iraizoz en un lanzamiento de falta.
A partir de ahí, de nuevo la tensión en cada área. Mascherano salvó al Barça y Laporte al Athletic. El Barça se recupera en la clasificación de la Liga y recupera moral. El Athletic tiene una final ante el Sevilla en San Mamés. Aquí nadie regala nada.