FC Barcelona 4 - 0 Getafe
El argentino, que reapareció en el 63', marcó dos goles que remataron los dos primeros de Fábregas, El Barça sentenció los octavos ante un pobre Getafe. Tanto y tanto tiempo suplicando por tener a toda la plantilla en condiciones y ahora al Tata Martino le vienen los problemas. Con Messi como si nada, tras 59 días de recuperación; con Pedro y Alexis en plan superstar, Neymar con mal de amores y Tello casi desaparecido de los planes de Martino, Fàbregas pidió ayer a gritos ser titular el sábado en el Calderón. “Tata, guárdeme una plaza”, gritó convencido. El suyo es el ejemplo más claro de que la confianza en un futbolista es tan importante como tener frescas las piernas o limpios los pulmones. Cargado de responsabilidad, el medio lee toda y cada una de las jugadas con inteligencia, sabiendo armar en el momento, ubicando como pocos a sus compañeros y determinando con acierto las posibilidades que tiene para rematar al rival. Ayer hizo dos, pero pudieron ser más. Un testarazo descarado y un remate desde los once metros sirvieron a los culés para liquidar el pase a los cuartos, aunque tras lo sucedido en 2007 (5-2 en la ida del Camp Nou y 4-0 en la vuelta) nadie querrá dar el pase por cerrado.
La primera parte tuvo momentos de juego brutales, ilusionantes para el cada vez más crecido culé y de asustadizo para la totalidad de los rivales, no sólo para el Getafe. Con el gol de Fàbregas (8’) ya en el marcador, los culés demostraban que recuperado el juego de posición, éste les conduciría a sentenciar la eliminatoria en un rato. No fue así. Con un Busquets determinante en la recuperación (aunque más fallón de lo habitual) y un Iniesta que parece que juegue con un globo y no con un balón, Martino se relamía las heridas provocadas por las críticas de antaño, aquellas que llevaba a tener “una crisis semanal” cuando el Barça ponía en práctica alternativas al habitual fútbol de cirugía como era el fútbol directo, ¿recuerdan?
Pedro y Alexis mordían por fuera, aunque apenas entraron en el área para buscar la felicidad colectiva; Fàbregas se sentía cómodo, apoyándose constantemente en un Sergi Roberto al que los nervios le traicionaron en algún control, pero entre el interior y Montoya, el juego por la derecha de los culés estaba garantizado.
El Getafe supo aguantar el primer chaparrón. Moviéndose con inteligencia y sellando cualquier línea de pase. Aliviados de ver que el marcador no crecía y recuperando el aire a marchas forzadas, Luis García supo contagiar a su equipo de que empatar era posible. Luego fracasó. El Barça había bajado el listón de juego cuando Pinto tuvo que poner la mano a un remate mordido tras un servicio desde la izquierda. Entre Juan Rodríguez y Alexis hicieron resoplar a un Barça que veía que su intensidad en el juego no le valía para haber liquidado el emparejamiento. Todo fue un espejismo.
Messi. Salió una vez se cumplió la hora de juego, justo antes que Cesc hiciese el segundo y de que Pinto bloquease un lanzamiento envenenado de Sarabia. Recibió Leo consejos y ánimos de Martino y Xavi antes de salir al campo. Allí fue de menos a más, perdiendo la timidez y mostrándose cauteloso en los esfuerzos, aunque deseoso de poder quebrantar esa barrera psicológica que lo tiene bloqueado desde principios de marzo del año pasado, cuando cayó lesionado en París. Corrió y jugó en largo hasta que se encontró una bola muerta en el área. ¡Pam! no falló. Minutos después avanzó con la bola cosida en su zurda. ¡Patapam! El segundo. Sonrían, Messi ha vuelto. La alegría volvió a ser culé la noche que Fàbregas se pidió a base de calidad una plaza para el Calderón.