A Mara…
Desataron un vendaval eléctrico de dimensiones desproporcionadas, encendieron la llama de la emotividad y nos dejaron un álbum épico que entró en el olimpo del metal y el rock desde el primer momento en que salió publicado. Siempre conviene recordarlo y hay que tenerlo muy presente, porque Metallica ha convertido este disco en único y quién sabe si irrepetible.
Este álbum homónimo al grupo, más conocido bajo el nombre de “Black Album” por su portada negra, obtuvo un gran éxito, casi directamente proporcional a la polémica que generó. Para los puristas del trash metal, el álbum negro se aleja por completo del característico sonido de Metallica y toma una orientación más comercial. Y una buena parte de culpa de esta controversia, la tuvo el productor Bob Rock, personaje clave en esta obra y el centro de iras para muchos de los fans de Metallica.
Surgidos a principios de los ochenta en Los Ángeles y procedentes del underground musical más profundo, los Metallica fueron herederos directos del sonido más duro del heavy metal y del punk más áspero, siendo fundados por el batería Lars Ulrich y el vocalista James Heitfield.
Tras un inicio arrollador con la salida de su primer álbum (Kill ‘Em All 1983), el sonido del grupo traspasa las fronteras del heavy metal, logrando crear una nueva corriente musical junto a otras bandas de renombre como Slayer, Megadeth o Anthrax. Desde ese preciso instante, Metallica se consolida como una de las formaciones pioneras de un nuevo estilo al que los analistas bautizaron como “trash-metal”.
Durante la década de los ochenta, nos obsequiaron con variedad de álbumes que podemos considerar como lo mejor del género y que forjaron la trayectoria imparable de Metallica, a pesar de las constantes idas y venidas de algunos de sus miembros. Incluso, tuvieron que sobreponerse al desafortunado fallecimiento del bajista Cliff Burton.
Centrándonos en el disco, quinto de su discografía, el Black Album fue grabado en los estudios “One on One” de Los Ángeles (California), entre octubre de 1990 y junio de 1991. Y por fin, un 13 de Agosto del 91, sale a la luz pública por el prestigioso sello Elektra Records. Fue producido por Bob Rock (su primer trabajo con la banda) y por los propios fundadores de Metallica (James Hetfield y el danés Lars Ulrich).
Mezclado por el ingeniero Randy Stoub, por aquel entonces considerado como uno de los más prolíficos de su tiempo, dotó al Black Album de un sonido más blando, ocasionando fuertes críticas por parte de los incondicionales del puro sonido “Metallica”. Sin duda, esto provocó un giro brusco, sorprendente y totalmente inesperado.
Como ya es costumbre, haremos una mención especial a los integrantes de Metallica que inmortalizaron este LP: Lars Ulrich (batería), James Hetfield (voz, guitarra rítmica), Jason Newsted (bajo) y el magnífico guitarrista Kirk Hammett.
El álbum, repleto de himnos generacionales para la década de los noventa, contiene 12 temas, de los cuales media docena fueron auténticos hits y consiguieron atrapar a un tipo de público muy poco común para las bandas de trash metal. Toda esta conjunción de factores, originó un gran escándalo, llegando a tildar el disco como <<uno de los peores de su carrera>>, no siendo así el reflejo multimillonario de sus ventas. De algún modo, cayeron en las peligrosas redes del mainstream, pero sin descuidar algo tan esencial como la calidad musical.
Abre el disco con un legendario tema llamado “Enter Sandman”, dejándonos para la posteridad uno de los riffs de guitarra más antológicos del metal y el rock. La vena más pesada la podemos encontrar en cortes como “Sad But True”, “Holier Than True”. A continuación llegará cierta sensación de tristeza demostrada en “The Unforgiven”.
Uno de los puntos álgidos tendrá lugar con la “Nothing Else Matters”, una balada extremadamente preciosista dedicada a los fans del grupo, que se sitúa como uno de los temas estrella. Otras pistas como “Wherever I Many Roam”, “The God That Failed” o “The Struggle Within”, atesoran un espléndido sonido y un buen trabajo a la guitarra, siempre respaldados por una impecable sección rítmica y la peculiar voz de James Hetfield.
Destacaremos su curiosa y sencilla portada, en la que podemos visualizar una amenazante serpiente (todavía no sabemos si estaba lista para atacar), acompañada del nombre de la banda.
Así concluye esta inolvidable aventura sonora, despreciada por muchos y alabada por otros. A nuestro juicio, el Black Album permanecerá eterno al paso del tiempo. Con él, Metallica llegó al corazón de miles de almas, utilizando para ello, un lenguaje universal que se llama rock and roll.