El metamizol o Nolotil, como su marca comercial más conocida en nuestro país, es un potente analgésico y antiinflamatorio que reducirá el dolor agudo en multitud de casos. Sin embargo, siempre debe ser dispensado bajo prescripción médica y siguiendo las instrucciones del especialista.
Precisamente, con el propósito de evitar interacciones y reacciones adversas conviene limitar su uso a los casos de estricta necesidad, valorados por un médico. Su administración (muchas veces, indiscriminada) corrobora que no somos conscientes de sus interacciones con otros medicamentos, sus contraindicaciones o las dosis diarias recomendadas.
Cómo tomar metamizol: dosis recomendadas
Este medicamento, también llamado dipirona, es un derivado soluble de la amiropirina que cuenta con demostradas propiedades analgésicas, antipiréticas, espasmolíticas y antiinflamatorias gracias a su capacidad para inhibir las prostaglandinas.
De hecho, su efecto para calmar el dolor es más efectivo que el obtenido con el Paracetamol y su actividad antiinflamatoria, similar a la del Ibuprofeno, es menos dañina para el estómago y los riñones.
Por tanto, este medicamento no esteroideo y actuante sobre el sistema nervioso central, está indicado para mitigar el dolor de diverso origen e intensidad:
- Odontológico
- Cefaleico.
- Oncológico.
- Neurálgico (en nervios o terminaciones nerviosas).
- Articular.
- Muscular, debido a infecciones microbianas.
- Visceral, como, por ejemplo, en los cólicos nefríticos.
- Cólicos gastrointestinales.
- Espasmos menstruales o del aparato genitourinario.
- Tras una intervención quirúrgica o un fuerte traumatismo.
- Para bajar la fiebre, si otros antitérmicos no han funcionado.
Tanto la pertinencia de su utilización como su dosificación son competencia del médico, que atenderá a las características particulares de cada paciente y gravedad de sus síntomas.
La dosis habitual para adultos y adolescentes mayores de 15 años, por vía oral, es de 3-4 cápsulas de 575 mg al día, durante no más de 5 días. No debe ser administrado a los menores de 15 años.
En el caso de la vía parenteral, la pauta es una ampolla cada 12-24 horas, mediante inyección intravenosa; a la que pueden añadirse 6 gramos más, tres veces al día, si existe dolor oncológico.
Las ampollas también pueden tomarse por vía oral disueltas en líquido (preferentemente, agua). A los 30-60 minutos de su ingestión, notaremos una notable mejoría. En ningún caso se deberá exceder de los 5.000 mg por día.
Nos alertarán de una posible intoxicación por sobredosis:
- Náuseas o vómitos,
- Dolor de cabeza o abdominal.
- Taquicardia.
- Mareos o desmayos.
Serán síntomas más atípicos: vértigo, somnolencia o convulsiones. En todos ellos será necesaria una atención médica rápida.
Contraindicaciones del metamizol
Aparte de los síntomas anafilácticos, comunes a todos los fármacos y manifestados como erupciones, prurito, hinchazón o dificultad para respirar, este medicamento está desaconsejado en pacientes con:
- Asma o afecciones respiratorias.
- Enfermos de médula ósea. Se sabe que el metamizol incrementa la incidencia de la agranulocitosis en estas personas.
- Déficit congénito de ciertas enzimas.
- Embarazo y lactancia. Su transferencia a la sangre de la madre y, en consecuencia, a la leche, desaconseja su administración, sobre todo, durante el primer y tercer trimestre de gestación; así como durante las 48 horas posteriores a su toma, si se está en periodo de lactancia.
- Anemia.
- Insuficiencia renal o hepática.
- Miocardiopatías.
- Úlcera de estómago o duodeno.
- Tabaquismo.
- Alcoholismo.
- Menores de 15 años (especialmente, bebés de menos de 3 meses o menos de 5 kg de peso).
Efectos secundarios del metamizol
Sus consecuencias más habituales y temidas son la agranulocitosis e hipotensión.
La primera consiste en una repentina y brusca caída de los glóbulos blancos, que deja al paciente sin defensas y expuesto a las infecciones. Su sintomatología es muy parecida a la de la gripe (dolor articular y de garganta, fiebre…) y puede llegar a ser mortal. No obstante, su presencia en España es mínima. Parece que existe cierta predisposición genética a contraerla.
En la década de los 70 llegó a prohibirse su venta en infinidad de países (Estados Unidos, Australia, Inglaterra, Suecia, Japón…). En España, su consumo, bajo prescripción médica, es seguro y nunca se ha suspendido su comercialización.
Además, un estudio publicado en 1998 por la revista científica Journal of Clinical Epidemiology comparaba los efectos secundarios de los principales analgésicos y antiinflamatorios del mercado y concluyó que el metamizol es más seguro que la Aspirina, el Paracetamol o el Diclofenaco.
La bajada de la tensión arterial es más acusada si la administración se realiza por vía parenteral o en pacientes deshidratados o con patologías cardíacas.
Completan la relación de posibles efectos secundarios del metamizol:
- Molestias gastrointestinales, como náuseas, vómitos, diarrea y dolor estomacal.
- Cambio en el color de la orina o sangre en ella.
- Alteraciones del sistema nervioso en forma de somnolencia, inquietud, mareos o migrañas.
- Anemia.
- Fiebre.
- Fatiga.
- Dificultad para tragar.
- Boca seca.
Interacciones con otros medicamentos
Siempre es conveniente informar al médico que nos está tratando sobre la ingestión de otros fármacos, a fin de discriminar las interacciones previsibles entre ellos y adoptar medidas alternativas.
Esto es especialmente significativo si, previamente, estamos tomando:
- Fármacos indicados para curar infecciones, como la penicilina.
- Metformina u otros medicamentos para la diabetes.
- Medicación para los trastornos de la coagulación.
- Corticosteroides.
- Metotrexato o medicación para el cáncer de mama.
- Ciclosporina, en los involucrados en algún trasplante de órganos.
Cómo conservar el metamizol
Las recomendaciones habituales sobre la conservación del metamizol, al igual que ocurre en la generalidad de los medicamentos, pasan por hacerlo en un lugar libre de humedad y altas temperaturas (las que superen los 30 ºC). Hay que mantenerlo alejado de la vista de los niños y, a ser posible, en su envase original, para comprobar, en todo momento, su fecha de caducidad y no tomarlo, una vez expirada.
Otros consejos que, sin duda, contribuirán a la recuperación de nuestra salud y no perjudicarla son:
- No suspender o retomar el tratamiento por iniciativa propia.
- No reducir o duplicar la dosis si no nos lo ha indicado el médico.
- Utilizar presentaciones que nos ayuden a fraccionar con exactitud la dosificación pautada.
- No conducir o manejar maquinaria pesada si la dosificación es elevada, lo que evita, de este modo, eventuales accidentes.
- Comunicar al médico si observamos que la medicación nos causa un efecto inapreciable, muy fuerte o cualquier otro detalle que nos extrañe.
Aplicando la mesura y practicando estos consejos conseguiremos el restablecimiento de nuestra salud en los plazos estimados y sin riesgos innecesarios.