Metamodelo de Análisis Transformacional, empresa y grupos
( Sed de mal 2 min.)
por
Juan B. Lorenzo de MembielaEl concepto, aproximado a lo que hoy puede entenderse como empresa, comienza en la edición del Diccionario de la Real Academia de 1843, entendiendo por tal la obra o designio llevado a efecto, y en especial cuando en él intervienen varias personas.
Y esa definición coincide con otras para quienes la empresa es definida como un grupo de hombres que conscientemente persiguen alcanzar un determinado objetivo. De ello se deduce que toda empresa está compuesta por personas -físicas o jurídicas- con voluntad, colaborando, para conseguir un fin.
Incluso se califica a la empresa como entidad con vida propia, como justifica Soto a través del MAT (Metamodelo de Análisis Transformacional): todas las manifestaciones de la persona, incluida las organizaciones, siguen leyes y principios lógicos y fundamentados, poseen atributos inmutables y específicos, una forma de comportarse y una personalidad diferenciada, unos efectos (su alma) y una finalidad (su espíritu). Junto a Soto, postulan esta teoría, Charles Handy y De Geus, entre otros. Esta tesis se construye sobre los postulados de Stern, creador del personalismo, que estima que persona es cualquier ente con las siguientes características - que también concurren en la empresa-:a. Que se halle orientado hacia metas.b. Que tenga conciencia de sí mismo. c. Que esté abierto al mundo exterior.d. Que esté vivo y tenga instinto de supervivencia. Esta asimilación empresa-persona, en su aspecto ontológico, constatan la existencia de una voluntad de la empresa propia, ajena y diferente a la de sus miembros.Y sobre esa consideración cabe identificar otras características similares a la persona, algunas normales y contributivas, pero también maldades, en la amplia y profunda expresión del término, anormalidades del espíritu cuyo objeto es exclusivamente egoísta en detrimento de los demás operarios y auxiliares: hipocresías, formalismos inasumibles para mantener discutibles estatus , ambiciones soterradas bajo la forma de falsos y piadosos victimismos, letanías confesas con abuso de confianza, falsedades injustificables cuando lo evidente salta a la vista, difamaciones gratuitas cuando el libelo no salta a la vista, martirios o abusos que se aplican a propios y ajenos por reflejos de un pasado que promueve un inquietante y continuo deseo de venganza, que no es otra cosa que sed de mal… Son las llamadas buropatologias, estudiadas por Minztberg (2002:382 y ss.), en su obra « La estructuración de las organizaciones». Sobre economía globalizada, véase a Daniel Cohen, en su obra « La prosperidad del mal » (2011) y a un nivel más humano, más sociológico, Jose Ramon Recuero, en su estudio « La cuestión del bien y del mal » (2009: 296).Hoy más que nunca, el puesto de trabajo debe ser protegido no solamente por la eficiencia que desempeñe, sino por la dignidad del trabajador. En otros artículos ya justifique que la posición del hombre en la empresa no debe estar sometida a la productividad más absoluta que ocasiona tiranía. El hombre es un fin en sí mismo en la acepción kantiana de la expresión. El hombre es un ser con dignidad, dentro y fuera de la empresa y por ello digno de respeto, personal y espiritual. Quedan pendientes por estudiar dos cuestiones de indudable trascendencia: el acoso laboral y el abuso de debilidad, en donde la prepotencia de los fuertes, de los clanes, de los grupos, de las bandas o cuadrillas destruyen la libertad individual imponiendo la libertad colectiva. Cuando eso sucede hay que decir que las libertades constitucionales han muerto porque ahogan a la persona y su libre desarrollo de la personalidad.Eso ya ha sucedido, la excelencia desaparece y se impone lo vulgar que es la nada como atributo del nuevo hombre.