Revista Opinión
Últimamente, las secciones del tiempo de los espacios informativos han conseguido independizarse y aparecer como un programa casi autónomo que alarga su duración con el comentario de fotografías que envían los espectadores y una prolija información sobre ciclogénesis explosivas, presiones hectopascales y sensaciones térmicas que acaban confundiendo al común de los oyentes, al que sólo desea saber si hará sol, va a llover o tendrá que abrigarse. La información meteorológica ha tomado, pues, el rumbo del espectáculo, lo que lleva a muchos profesionales que ponen su rostro delante del mapa a agitar los brazos y contorsionarse como bailarines cuando señalan líneas isobaras y frentes cálidos de borrascas. O a vestirse de fiesta de fin de año para decir que en Écija va a hacer calor este verano. Estamos consumiendo una meteorología espectacular que tiende a la exageración, lo que es reproducido después por los demás medios de comunicación sin contrastar datos y sin cambiar ni una coma.
La última información meteorológica pronosticaba para hoy la llegada de una ola de frío “siberariano” que iba hundir las temperaturas por debajo de los cero grados, llegando incluso a los 20 ó 30 grados negativos en las cordilleras y montañas del norte de España. Y así ha sucedido en las cumbres. En Sevilla, como es natural, nos prevenimos con abrigos, bufandas, guantes y gorros, además de cargar con una botella de agua caliente para quitar la escarcha del parabrisas del coche, a la hora de salir a la calle. Y nos llevamos la sorpresa que hacía el mismo frío que ayer, un frío al que estamos acostumbrados en los inviernos por estas latitudes, sin que ningún carámbano “siberiano” colgara de los tejados.
Y es que las noticias sobre el tiempo suelen exagerar las condiciones climáticas habituales. Si no llueve en un mes, ya advierten de una sequía excepcional que empieza a preocupar a los agricultores y hacer mella en los embalses. Si se producen aguaceros más o menos importantes, las inundaciones que provocan en los cauces de los ríos son lo nunca visto anteriormente, desde que se tiene uso de razón, por parte de los afectados de viviendas y fincas existentes hasta la misma orilla y que han perdido sus enseres. Y si el calor aprieta algunos días en verano, será con cifras de las que no se tienen registros históricos, lo que da pie a consejos, como si fuéramos tontos, sobre cómo combatirlo: bebiendo agua y no exponiéndose al sol en las horas más tórridas del día, una información idéntica a la ofrecida el año anterior ante un bochorno semejante.
No quiero decir que toda la información del tiempo sea espectacularmente exagerada o peque de un exceso de datos y explicaciones, pero la que se ofrece por los medios audiovisuales sí tiende, generalmente, a cometer ese pecado. Espacios meteorológicos que duran más de un cuarto de hora para saber si mañana estará nublado o hará un día radiante. Mira qué fácil.