La España actual es una mezcla de malos gobernantes, chorizos y pillos. El resto del país somos los marginados, ciudadanos sin peso, sin poder y sin influencia alguna, pura masa.
Metes en una coctelera a José Luis Rodríguez Zapatero, a Miguel Blesa y a ese Francisco Nicolás Gómez Iglesias, el pillo que siempre quiso ser famoso y que logró engañar, con apenas 20 años cumplidos, a toda la sociedad solemne y elitista que controla el poder, y del cóctel surge "España" en estado puro.
Aunque Rajoy se le parece mucho y logra superarle en algunos desmanes, Zapatero es el ejemplo óptimo del mal gobernante, el que ha conducido a España hasta la ruina y el fracaso en cada momento de su historia, el que nos ha hecho desaprovechar todas las oportunidades que la Historia nos ha brindado para redimirnos, la gente que, para desgracia de los españoles, ha controlado el poder desde hace siglos, la que nos ha conducido a las guerras, a la pérdida del Imperio y a la pobreza endémica. Suelen ser gente fatua, mal preparada y sin sentido del ridículo, capaz de tomar decisiones sin tener conocimiento ni preparación, tipos que se rodean de aduladores y que son la escoria que ha construido las cloacas de España, cañerías de poco diámetro que suelen rebosar y que llenan de excrementos al país entero.
Blesa es el prototipo de los servidores del poder sin escrúpulos, aprovechados egoístas, tipos con poquísima sensibilidad y vacíos de ética, siempre dispuestos a hacer la pelota a los de arriba y de aplastar a los de abajo. Ellos son los que alimentan la corrupción cada mañana, echando leña a las calderas de la podredumbre española. Jamás piden perdón, nunca dimiten y se creen llamados por el cielo para ejercer el poder. Siempre actuan como reyezuelos y se consideran dioses, cuando sólo son mediocres hábiles y con suerte.
Francisco Nicolás Gómez Iglesias es el eterno pillo español, retratado magistralmente en el Buscón llamado Pablos o el Lazarillo del Tormes. Son tipos avispados, listos pero sin cuna ni pedigree, capaces de aprovecharse de las ínfulas, orgullos, vanidades y torpezas de la clase dominante., española, una de las mas ridículas y lamentables de todo el planeta, experta en fracasos y en errores lamentables que siempre ha pagado el pueblo español, a lo largo y ancho de la Historia.
La mejor forma de conocer al pillo Nicolás, convertido tras su detención en el personaje de la semana, es reproducir unos párrafos de la prensa (El Confidencial):
Francisco Nicolás Gómez Iglesias, de 20 años, llevaba una doble vida. En apariencia, cursaba una carrera en el elitista Centro Universitario de Estudios Financieros (CUNEF) de Madrid y tenía las mismas aficiones que cualquier otro chico de su edad. Pero, en paralelo y en el más estricto secreto, Francisco Nicolás había iniciado una precoz carrera delictiva que le llevó a colarse en los círculos más restringidos del poder político y económico: desde los actos de coronación de Felipe VI, el pasado mes de junio, a reuniones con empresarios del Ibex-35, pasando por desayunos informativos, actos con dirigentes de diferentes partidos y charlas informales en el palco del Santiago Bernabéu. Ningún control de seguridad se le resistía.
Con 20 años, sólo aspiraba a instalarse en los círculos más restringidos del poder, pero se quedó a las puertas de conseguirlo. La Policía lo detuvo el martes por la mañana. Se le acusa de falsedad, usurpación de funciones públicas y estafa por engañar a particulares y empresas prometiendo falsos negocios que iban a salir adelante gracias a sus presuntos contactos con la élite política y económica nacional.
Frankie, el alias con el que le conocían sus amigos, trató de mantener su mentira hasta el último momento. Fuentes cercanas a la investigación revelan que, cuando los agentes le abordaron, aseguró que se equivocaban de persona y que era un respetable hombre de negocios. Se inventó incluso que era amigo de los máximos responsables del Ministerio del Interior para tratar de impedir que le pusieran las esposas. Pero, por supuesto, los policías no le creyeron.
Hasta ese momento había tenido más suerte, pues llegó a presentarse indistintamente como miembro del gabinete de Vicepresidencia del Gobierno, de la Oficina Económica de la Moncloa, de equipos de ministerios y hasta del CNI.