Conjugar una obra que pueda interesar a un gran público y, al mismo tiempo, recibir los parabienes de los amantes del cine de autor es una tarea ardua que pocos saben dosificar. Por ello, Metro Manila debería ser un ejemplo para muchos guionistas: crítica social, thriller de acción y retrato familiar, completan un programa bien cargado de testosterona y células grises. Resultado: premio del público del último Festival de Sundance.Muy próxima a la situación de Sin tregua (2012), una excelente serie B, Metro Manila describe las experiencias de un campesino que malvive en el norte de Filipinas y decide emigrar a la ciudad. Si en aquel film la pareja de policías (Jake Gyllenhaal, por cierto, qué ganas de verlo en Prisioneros, y Michael Peña) funcionaba a la perfección, en Metro Manila, los dos actores principales (Jake Macapagal y John Arcilla) no sólo comparten nombre sino también química especial.La buena noticia es que el protagonista encuentra trabajo en una compañía de camiones blindados, que transporta fondos bancarios. La mala es que esa rapidez para encontrar un empleo, se debe al alto índice de mortalidad de su puesto. Tensión, pistolas, golpes, persecuciones y atracos en un perfecto thriller y, por otra parte, análisis de una sociedad corrupta y una ciudad que, desde Metrópolis (1927) y Tiempos Modernos (1936), en muchos casos acaba por devorar a sus hijos.Sean Ellis, un director al que no se debe perder de vista, tras un sublime Cashback (2006) y un inquietante The Broken (2008), parece haber encontrado una tercera vía en el cine de autor: sin perder el interés por abordar temas cadentes desde el rigor y la seriedad, ampliando la popularidad de un producto más comercial, resultando abordable por un abanico más amplio de espectadores y disfrutar de un presupuesto muy reducido, que no se nota para nada en el resultado final.