Extraordinaria huelga
Los trabajadores de Ciudad de Córdoba, empresa de transporte en la que viajan 200.000 pasajeros por día, vienen de realizar una huelga de 36 horas por la reincorporación de tres compañeros despedidos hace cuatro meses. Cesano, Tuero y Brian fueron echados por participar de una asamblea donde se denunció que un tercio de la flota estaba fuera de circulación, o sea por manifestarse contra un vaciamiento.
El paro fue cuidadosamente preparado mediante boletines de la agrupación clasista Ortuta y la discusión de ésta con el activismo de la empresa. Este, junto al apoyo activo de medio centenar de compañeros del Partido Obrero y familiares de los despedidos, a las 5 de la mañana pudieron garantizar la asamblea que obligaría posteriormente a la directiva de la UTA a decretar el paro de la empresa Ciudad de Córdoba.
La conducción intentó levantar varias veces la medida; ya sea negociándola por otras reivindicaciones, abriendo mesas de diálogo con dinero para los despedidos o agitando el fantasma de nuevos despidos o represalias si no se terminaba con el paro y se aceptaba la conciliación obligatoria con los despedidos afuera.
Pero la burocracia fue derrotada asamblea tras asamblea, con críticas a su integración con la patronal. Los trabajadores juntaron firmas para destituir, en el medio de la jornada de lucha, al actual cuerpo de delegados y formar una comisión provisoria que lo reemplace y les garantice a los trabajadores una representación gremial genuina.
La propuesta que definitivamente cerró la conducción de la UTA fue aceptar la conciliación obligatoria con los compañeros afuera, aunque cobrando su salario mientras ésta dure y con una mesa de diálogo abierta para discutir cada reincorporación por separado. A los quince minutos de ser rechazada esta propuesta en una improvisada asamblea, un ejército de 200 policías e infantes fuertemente armados con escopetas y la división canes a pleno, garantizó que una veintena de contratados, bajo amenaza, pudiera sacar los colectivos y así quebrar el paro. La maniobra que dio fin a esta huelga fue preparada directamente en la Casa de Gobierno de la provincia. Es evidente que De la Sota tuvo que reaccionar a la advertencia que hizo en radio Mitre el vicepresidente de la firma, Mariano Llabot: ¨Si yo reincorporo a los despedidos tenemos metrodelegados en Córdoba¨.
El principal matutino cordobés calificó a esta huelga de “inexplicable”, y algunos periodistas lanzaron una campaña para que fuera violentamente reprimida.
El establishment de la provincia se alarmó ante los métodos de la huelga general del subte. Sólo con la infantería pudieron detener, por ahora, la heroica huelga de los compañeros de Ciudad.
Ahora, la difícil tarea es preparar el movimiento para el fin de la conciliación. En ese camino es fundamental exigir el reconocimiento de la comisión provisoria.
Los despidos son parte del golpe que vienen asestando las patronales y la municipalidad contra los trabajadores y usuarios, sumado al vaciamiento y a la privatización de la empresa municipal TAMSE. En todas las empresas hay conflictos permanentes donde se destaca un activismo creciente.
Exigimos la convocatoria a una asamblea general de todas las líneas para preparar un plan de lucha por todas las reivindicaciones y por la reincorporación de los tres despedidos de Ciudad de Córdoba.
Alejandro Roqueiro