Por Marisol García Fuentes
De acuerdo con Faustina García Reyes, directora de Bester Mexicana (una empresa dedicada a la fabricación de adhesivos para la construcción) y presidenta de la Comisión Nacional de Mujeres Industriales de la Cámara Nacional de la Industria de Transformación (Canacintra), en la última década la participación del género femenino en el ámbito productivo creció en un 10%. “Hace unos siete años la incursión de la mujer en este contexto era del 20% y de acuerdo al último censo económico actualmente es del 30%”, dice.
Lo mejor, resalta la empresaria, es que esa penetración no sólo se refleja en el número de plazas laborales ocupadas por mujeres, sino en la cifra de empresas creadas y encabezadas por ellas. Las últimas estadísticas apuntan que más de 6 millones son propietarias de un negocio, en su mayoría en la categoría de microempresa.
La realidad es que las razones para abrir un proyecto productivo poco tienen que ver con una cultura emprendedora. En muchas ocasiones, la mujer se ve obligada a iniciar un pequeño comercio por razones económicas. De hecho, la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) 2009 reveló que el 25.5% de los hogares tienen como cabeza de familia a una mujer, y siete de cada 10 mexicanas productivas son divorciadas.
Este tipo de factores hacen que los negocios creados por mujeres tengan más limitaciones, sobre todo en el largo plazo. Al crearse de forma tan rápida, no se realizan estudios de factibilidad técnica y todo se hace de manera empírica. Además se carece de respaldo, acceso a organizaciones de fomento empresarial o al sector académico, lo que origina que buena parte de los negocios no sobrevivan los dos primeros años.
Los estudios en el sector productivo señalan que la mexicana tiende a incursionar con más facilidad en los sectores educativos y de comercio, o en giros de índole doméstico, como fondas o de venta de productos perecederos.
“Somos muy pocas las mujeres ‘industriales’, que tenemos un negocio relacionado con materias primas y productos terminados. Además, no son más de 300 –a nivel nacional– las que se dedican a la actividad exportadora”, explica la también vicepresidenta del Consejo Coordinador Empresarial del Estado de México.
Educación y capacitación
Si bien para lograr que un negocio sea exitoso no es relevante que lo inicie un hombre o una mujer, la preparación con la que cuente el emprendedor sí resulta un factor determinante. La buena noticia es que las mexicanas han logrado en años recientes un mayor acceso al sistema educativo y por ende su nivel de escolaridad ha aumentado. En la actualidad, 40 de cada 100 muchachas de entre 15 y 29 años tienen algún grado de educación media básica.
Palemón González Barraza, líder académico del Tecnológico de Monterrey Campus Ciudad de México, comenta que es indispensable contar con una mejor preparación en el área del emprendimiento. Ello para evitar que las necesidades económicas que enfrenta una mujer al iniciar un proyecto la orillen a decidirse por el autoempleo o los negocios tradicionales con poco futuro.
Su experiencia como asesor en diversos programas de emprendimiento e incubación de negocios le han permitido observar que las representantes del género femenino desean participar cada vez más en los sectores productivos. “En negocios del tipo tradicional encontramos una proporción 50-50 entre hombres y mujeres”, explica.
Sin embargo, la participación femenina disminuye en un 25% cuando se trata de abrir una empresa de tecnología intermedia, y se sitúa en tan sólo 10% cuando se trata de negocios de alta tecnología. “El reto es que con el conocimiento las mujeres empiecen a crear empresas más innovadoras, que generen más y mejores empleos, y mayor riqueza en el país”, dice.
El académico reconoce que el bajo porcentaje de estudiantes femeninas en la creación de negocios más especializados obedece tanto a motivos culturales como relacionados con el acceso a capital y conocimientos técnicos. Aunque el esfuerzo es el mismo, a un hombre joven le resulta más fácil conseguir recursos entre amigos y familiares, y no se verá tan presionado cuando tenga que pasar largas jornadas fuera de su hogar realizando sus investigaciones.
Faustina, quien también es presidenta de Líderes Empresarias Mexiquenses, coincide con Palemón en que sin importar cuestiones de género, siempre le irá mejor a quien esté más preparado. “El reto es terminar con los estereotipos y las actitudes de duda ante nuestras capacidades para sacar adelante un proyecto y ofrecer un producto de la mejor calidad”, afirma.
Por último, las cuestiones de orden motivacional y familiar son también importantes. La búsqueda del equilibrio entre la vida personal y familiar siempre será un tema constante para la mujer, aun cuando hoy cuenten con un mayor apoyo de sus padres, esposos o hijos. Pero como sostiene la directora de Bester Mexicana, “si una mujer cree que algo es posible y trabaja sobre de ello de manera organizada y profesional, inevitablemente lo podrá materializar”.
Fuente: http://www.soyentrepreneur.com / Por Marisol García Fuentes
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