Las elecciones han abierto un panorama político novedoso y complejo que no será fácil gobernar para los partidos y las fuerza sociales que hasta ahora han marcado el ritmo de la política en España.
- Ni el PP ni el PSOE pueden formar gobierno por sí mismos o con sus aliados “naturales” de otras ocasiones (los nacionalistas de derechas). Y tampoco con Ciudadanos porque no suman los diputados suficientes.
- Aritméticamente podría existir la posibilidad de una alianza de varios partidos como alternativa al PP y a Ciudadanos, al estilo de la que se formó en Portugal. Pero esa posibilidad no parece que pueda plantearse de entrada porque se enfrenta a un escollo de gran envergadura: la falta de sintonía en aspectos fundamentales como la política económica a seguir, la cuestión territorial y el alcance de las reformas de regeneración institucional a llevar a cabo.
- La única opción que permitiría formar un gobierno con estabilidad es la de la “gran coalición”, no necesariamente basada en un acuerdo de gobierno entre PP y PSOE sino simplemente en el “dejar hacer” por parte de este último. Sin embargo, aunque a corto plazo proporcionaría estabilidad y quizá réditos a los dos grandes partidos (que así podrían seguir siendo el sostén de un régimen que hasta ahora les ha beneficiado), podría ser una alternativa muy costosa para ellos teniendo en cuenta que Podemos y Ciudadanos les pisan los talones. En unas siguientes elecciones lo pagarían (sobre todo el PSOE) muy caro. Y eso, sin entrar a considerar que esta alternativa tendría que basarse en la sustitución de Pedro Sánchez como secretario general del PSOE, una opción fácil si hubiera tenido que presentar ayer su renuncia pero bastante más difícil ahora.
- La primera conclusión, por tanto, es que los resultados han empantanado la posibilidad de formar gobierno en España en las condiciones en que se venía haciendo hasta ahora, con un solo partido con mayoría absoluta o con uno dominante y con apoyos declarados y suficientes desde el primer día.
- Quien tiene en esta situación un papel muy difícil de desempeñar en las próximas semanas es el rey porque, si siguiera el uso actual de proponer mecánicamente como candidato al representante del partido más votado (algo, por cierto, que no es lo que dice la Constitución, como sibilinamente se quiere hacer creer), podría encontrarse en la sorprendente o al menos novedosa situación de fracasar en sus propuestas, lo que minaría su posición de mediador efectivo la primera vez que la realiza.
- Y a todo ello se añade que posiblemente a ningún partido le conviene que se repitan inmediatamente las elecciones, salvo quizá a Podemos y a las facciones que buscan nuevos liderazgos en el PP y el PSOE.
- Las fuerzas políticas que hasta ahora han aplicado o proponen las medidas socio-económicas que interesan y defienden los bancos, las grandes empresas y los grupos de presión más poderosos (el PP o Democracia y Libertad en el gobierno, Ciudadanos en su programa y el PSOE, aunque éste último de manera más contradictoria y limitada) tienen mayoría. Por tanto, puede decirse que el IBEX, que no se presenta a las elecciones, es en realidad quien las ha ganado.
- Los partidos que expresamente representaban los intereses de los grupos sociales opuestos a las políticas de recortes que defiende la gran patronal, a las de apoyo a los bancos y a las impuestas por la Unión Europea (básicamente, Podemos y sus aliados e IU) han obtenido un gran resultado pero a todas luces insuficiente (y peor que el hubieran obtenido de haberse producido en toda España la convergencia ciudadana que unos y otros no han sido capaces o no han querido poner en marcha). Solo incluyendo al PSOE existe la posibilidad de formar una mayoría (en todo caso exigua y no exenta de problemas, como he señalado antes) que pudiera estar dispuesta (como parece que puede ocurrir en Portugal) a evitar que la crisis y la recuperación posterior la sigan sufriendo y pagando los de abajo, al menos, en las condiciones ya de por sí limitadas que impone nuestra pertenencia a la Unión Europea y al euro.
- Por tanto, el PSOE es ahora mismo la gran incógnita y la fuerza determinante de lo que pueda suceder en España en los próximos tiempos. Pedro Sánchez y el resto de sus dirigentes tienen que decir por qué alternativa optan decidiendo si apoyan al PP, dejando que se sigan aplicando recortes y políticas que solo favorecen a los de arriba, o si respetan sus propuestas electorales y lo que parece que desean sus votantes y afiliados de siempre.
- Pero, sea como, lo más importante del nuevo panorama político español es que las cosas ya no van a ser ni mucho menos como antes. El nuevo escenario político no va a permitir que los grandes pelotazos, las políticas de recortes y el sistema de corrupción generalizada en beneficio (no nos engañemos) de las grandes empresas se resuelvan tan fácilmente como hasta ahora. Ya nada va a ser igual. Ahora hay un número muy elevado de parlamentarios comprometidos con la transparencia y con la regeneración y eso va a impedir que ocurran cosas como las que han venido ocurriendo mientras las instituciones miraban a otro lado. El IBEX puede haber ganado las elecciones pero ahora existe la posibilidad de evitar que siga decidiendo sin necesidad de presentarse a cara descubierta.
En definitiva:
– Aunque quizá sea inevitable que esta legislatura sea corta, no parece probable que se vuelvan a convocar inmediatamente las elecciones. Incluso más probable que eso me parece que el PSOE ceda ante las grandes presiones y apoye al PP.
– Lo que fundamentalmente necesita España, y lo que creo que han dejado claro las urnas, es un nuevo marco institucional y un modo diferente de abordar nuestros problemas. Es la hora de poner sobre la mesa y dialogar sobre los acuerdos y reformas básicas que cada partido desea o está dispuesto a poner en marcha en cuestiones fundamentales como:
a) la regeneración democrática que garantice una ley electoral menos desigualadora, medios públicos independientes, transparencia y lucha contra la corrupción y una administración de justicia decente y verdaderamente independiente, por ejemplo.
b) la recuperación económica con equidad que frene el incremento de la desigualdad y la caída de la masa salarial, que promueva la innovación y la apropiación del valor añadido, que prime la creación de empresas, de riqueza y empleo y que asegure el uso sostenible de los recursos y el respeto del medio ambiente.
c) la revisión de nuestra arquitectura territorial para reforzar la unión entre los españoles y la capacidad de decisión de los pueblos.
d) el fortalecimiento de nuestra posición en Europa y en el mundo siendo conscientes de que un pueblo sin soberanía es un pueblo esclavo.
Puede parecer una tarea de titanes y quizá lo sea pero simplemente porque requiere hacer algo que los españoles no hemos hecho (al menos suficientemente) hasta ahora: mirarnos unos a otros como conciudadanos y conciudadanas y no como adversarios por el hecho de simpatizar o votar a partidos diferentes.
Los partidos pueden iniciar ahora un diálogo de sordos, monologar tratando cada uno de imponerse unos sobre los otros o, lo que es peor, seguir comportándose como voceros de la banca y la gran patronal. O pueden favorecer la regeneración abriendo un nuevo tipo de participación y de deliberación política. Lo que no podrán hacer es seguir como antes.