Hoy es día #RED en Desde el Caballo de las Tendillas y os
traemos un artículo del Blog “Cavilaciones de Lagartija”, a cargo de @LagartijaSoy,
uno de los pilares de la Red de Blogs Comprometidos. Del artículo, publicado el
pasado mes de enero, no os comento nada, porque hay que leerlo, ya que se trata
del artículo más impopular de Lagartija. ¡Feliz lunes!
La munición de un partido político son los votos de sus
seguidores, y esos votos son su fortaleza. El mundo de la política es una
guerra en la que se libran batallas, en ocasiones irrelevantes, en ocasiones
cruentas.
En los últimos tiempos ha aparecido en España un enemigo
feroz, sanguinario, que supone una amenaza para nuestro futuro de tal alcance,
que si sus embistes triunfan nunca volveremos a ser lo que fuimos, lo que
somos, y quizás ni siquiera vivamos para contarlo. La gran batalla para lograr
la aniquilación del monstruo se libró el pasado 20 de diciembre y quien debía
librarla y partirse el cobre con el feroz, era el propio presidente del
gobierno. No otro estaba llamado al desafío, ya que probablemente los otros se
mantendrían únicamente expectantes tal vez incluso colaboradores o cómplices
con el enemigo. El drama es que mandamos a nuestro general a la batalla sin las
armas precisas. Es más, le retiramos casi todo el armamento, sus votos, y le
exigimos que nos trajera la cabeza del monstruo, enhiesta en el pico de su
lanza.
Y no podía ser, y como no podía ser, no fue. Como todas las misiones
imposibles. Nuestro general tenía en su arsenal diez millones de bombas para
destruir al infausto, y con ese arsenal lo hubiera logrado. Sin duda. Pero el
día D, a la hora de salir hacia el campo de batalla, se encontró con una diezma
en su arsenal. Tres millones de votos habían huido; se fueron despacio, a
hurtadillas. No fue un robo ni un hurto, sino una huida fruto de un arrebato
emocional, unos, fruto de la decepción y el desengaño, otros. Y se fueron en el
peor momento, y dejaron al general batirse en solitario con un enemigo
demasiado feroz, experto en el juego sucio, y pasó lo que tenía que pasar. No
se logró la derrota final de un monstruo, que aunque no venció en la batalla,
quizás lo haga al final socorrido por otros monstruos más pequeños, ávidos,
como él, de devorar a los cuarenta millones de habitantes de aquel país de
incautos.
A los votantes que retiraron su voto al PP por no haber
derogado la ley del aborto, les diré que probablemente tengamos ahora aborto
libre en España.
A los votantes que retiraron su voto al PP por las
excarcelaciones de etarras, por Bolinaga, por otros... les diré que ahora
podemos tener a etarras gobernando nuestro país.
A los votantes que retiraron su voto al PP por no haber sido
más duro con una Cataluña insumisa y separatista, les diré que quizás ahora
Cataluña esté más cerca que nunca de su independencia, y tras ella el País
Vasco, Galicia...
A los votantes que abandonaron a un líder que debió asumir
medidas impopulares y cayeron en brazos de otro líder más joven, más guapo y
más simpático, les diré que me hubiera gustado ver a ese adonis lidiando con la
peor crisis que se recuerda por estos lares.
No era el momento de abandonar, no era el momento de castigos
ni ajustes de cuentas. No. Era el momento de estar unidos porque sólo así un
pueblo es capaz de enfrentarse a las amenazas y al infortunio. Nos
resquebrajamos en el peor momento y nuestra debilidad fue rápidamente
aprovechada. A algunos compatriotas les llamaría cobardes, a otros traidores, a
otros colaboracionistas, a los más, ingenuos, pero el caso es que no hemos
estado a la altura. Esperaba más de un pueblo con un pasado heroico, pero veo
que hay páginas de la historia que han quedado definitivamente cerradas.
A esos más de tres millones de votantes que abandonaron al
general en el momento en que nuestro país era amenazado por todos sus flancos,
decirles... bah, para qué decir nada. La suerte ya está echada, llamadme
alarmista, pero que Dios se apiade de nosotros.
He escrito con dolor el que probablemente sea mi artículo más
impopular, el que me haga perder amigos y seguidores, pero debo ser honesta
conmigo misma y un escritor no es dueño de sus reflexiones ni sus emociones.
Las palabras en ocasiones se escriben solas, salen a borbotones, como estas que
acaban de leer.
Revista Política
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