
No fue mi primera opción, siempre he sido muy trianera de corazón pero finalmente mi hogar está en la zona puerto y debo reconocer que me encanta. Por un lado, porque aunque está muy céntrico y cerca de Las Canteras y la zona comercial de Mesa y López, justo mi zona sigue manteniendo ese aire de barrio con edificios bajos y tiendas de siempre. El otro gran motivo es la gastronomía. Puedo ir andando a muchos de mis restaurantes favoritos y eso es un plus. Hoy les voy a contar algunos de esos lugares que suelo frecuentar y también mis platos favoritos. Más de una vez he recibido un mensaje preguntando dónde comer por la zona, pues ahí va una lista y así ya la tengo preparada para la próxima consulta.

Empiezo por Anteo, uno de los restaurantes que amo y a solo unos pasos de mi casa. Me gusta su cocina y también las personas que están en ella. Cuando el local es bonito, el servicio amable, la comida rica y encima son buena gente, no se puede pedir más. Su carta cambia, pero te cuento los platos que a día de hoy nunca dejamos de pedir: los huevos rotos reimaginados (amor incondicional), ya no están en carta pero fuimos muy fans de las gyozas de ropa vieja y del falso canelón de aguacate y puntillitas de calamar (quizás vuelvan algún día), pero cuando un plato se va haces hueco para probar otras cosas y entonces llegaron a mi vida la ensaladilla, las setas cuando es temporada, el curry verde de lubina cuando lo hay y el carpaccio de chuletón madurado. Ah, y hay que dejar sí o sí hueco para el postre. Nosotros somos incapaces de resistirnos a la torrija, pero todos están de vicio. 
Seguimos con más buena cocina y gran amistad. Iba a decir que Lucira fue amor a primera vista pero en realidad lo fue a segundo vistazo. Pasamos un par de veces por la calle antes de animarnos a entrar a su primer local pero cuando lo probamos ya no había marcha atrás, estábamos enganchados. Hace ya un tiempo que se han mudado a un local más amplio y aunque tampoco debes coger mucho cariño a los platos de temporada porque los cambian a menudo, puedes enamorarte hasta el fondo de sus imprescindibles. En nuestra comanda nunca faltan las gyozas, las croquetas (tan diferentes a cualquier otra, mucho más líquidas y cítricas), el singapur chili crab y su saam de panceta. ¿Y de postre? Todos, aunque debo reconocer que el coco-yuzu me robó el corazón hace tiempo y la tarta de queso con foie es de los postres más sorprendentes que he probado.








Otra opción sana en la zona es Luwak. Un curioso local con dos conceptos. Cocina vegana de día y cantina mejicana de noche. Cuando cae el sol, Luwak se transforma en Mazu.

Para café hay un par de sitios de especialidad como Cuptural Coffee y Kafema. Ya he dicho que no me gustá el café (un defecto quizás a remediar, pero de momento...) pero sí el té y siempre hay opciones. Y en Kafema ya soy famosa como la señora de los canelés. Rara es la semana que no arrase con toda la producción del día. Estoy enganchada, lo reconozco.
Para antojos dulces soy muy fan también de Lava y Salt. Sus tartas no dejan de sorprenderme.
Y para cafeterías más tradicionales, dos instituciones: Café Suecia y La Cafetera.


Pero volvamos a los restaurantes. Vamos con algunos que no hace tanto que llegaron al barrio. Entre ellos, Borneo y Kop Kun. El primero con cocina de raíces filipinas. Su nasi goreng es el mejor que he probado, delicioso su curry de lubina, el sisig para los más atrevidos (una explosión de sabor), los pinchos de pollo... se me hace la boca agua solo de pensarlo. Muy ricos también sus postres. Y en el caso de Kop kun, cocina tailandesa. Dicen quienes han estado en ese país asiático, que su cocina es muy auténtica. Yo no he estado nunca en Tailandia, así que no puedo refrendar esa opinión, pero sí decir que está delicioso y muy bien de precio. Para antojos de ramen, dos opciones muy diferentes entre sí pero ricas ambas: Don don Ramen y Zhang Lala. Si se trata de clásicos me encontrarás especialmente en La Bulla, un andaluz que ha conquistado mi estómago y mi corazón por muchos motivos, entre ellos sus boquerones al limón y su solomillo al whisky; La Travesía del Puerto con sus verdinas y su solomillo de cordero cuando los hay en carta; y alguna vez también en La Viña del Puerto. Y no es un restaurante pero es uno de los lugares donde más me encontrarás, y ese sitio es Lambada Records Bar. Es rara la semana que no caiga por ahí más de una tarde o mediodía para el aperitivo. Sé que su especialidad es el vermú, pero como no bebo alcohol, lo mío va hacia la Fritz kola y las papas chips aliñadas.



Les he contado algunos de los sitios a los que más voy pero la oferta por gastronomías del mundo no acaba aquí. El barrio tiene varios restaurantes libaneses como El coto libanés o El rincón libanés, varios coreanos como Miso, Kim o Wasabi & Kimchi, o Yori si es para llevar. Lugares de comida india como Casa Tandori que además incorpora platos nepalíes; deliciosa cocina italiana casera en Cachuk; pizzerías por supuesto como el rinconcito creado por mi querida Manuela Pizzería Gourmet Al'Italiana con pizzas de base finísima y sus deliciosas crostatas; la pizzería Arte y Sano (no sé cómo es el local porque siempre pido a domicilio) y, recién llegada al barrio, un monumento a la exquisitez: Kesito. Incluso puedes comer o cenar con estrella en Tabaiba. ¿Se puede pedir más?
